AVATMA responde al Presidente del Colegio de Veterinarios de Girona

Carta en respuesta a las declaraciones del señor Bernat Serdá,
presidente del colegio de veterinarios de Girona
publicadas por LA VANGUARDIA con fecha 10 de diciembre de 2015.

 

Independientemente de que los veterinarios debemos o no amar a los animales, cuya salud y bienestar depende de nosotros y de sus propietarios, creemos que sus opiniones no pueden ser las esperadas de un representante de los órganos colegiados de nuestra profesión, y en concreto de un presidente de un colegio provincial, que además forma parte del Consejo General de Colegios de Veterinarios de España. Usted, ostentando estos cargos y pensando como piensa, no puede ser representante de nuestra profesión.

Los conocimientos científicos que manejamos en la actualidad sobre la neurofisiología de los animales, sean de compañía o domésticos, evidencian que usted dejó de ser veterinario hace muchos años. Usted desconoce la realidad de nuestro sector, y la de los miles de compañeros y compañeras que todos los días velan por el bienestar de sus pacientes, y los dramas que muchos de nosotros vivimos junto a sus propietarios en nuestro trabajo. No pretendemos que usted ame a los animales, pero sí le exigimos algo tan sencillo como un mínimo de empatía, que es algo tan fácil como ponerse en el lugar del otro, aunque ese otro pertenezca a otra  especie.

La desconsideración por su parte hacía una parte de nuestro colectivo, y en concreto hacía las miles de mujeres que mayoritariamente forman parte de él, es más que evidente. Reflexione sobre lo que ha dicho, señor Bernat. Ellas son, en gran medida, las “culpables” de los importantes cambios que se están produciéndo en nuestra profesión y de los que quedan por llegar.

Lo que sería poco profesional no es negarse a sacrificar animales enfermos, sino aceptar sacrificar animales que además de estarlo podrían tener cura, o que padeciendo una patología crónica puedan tener una buena calidad de vida con los cuidados veterinarios adecuados. De hecho es para lo que muchos de nosotros nos formamos y trabajamos todos los días.

Resulta evidente, señor Bernat, que usted no sabe distinguir lo que es eutanasia de lo que es sacrificio. Ningún veterinario negará jamás la eutanasia a un animal que padece una enfermedad terminal que no podrá superar, y que le provoca un sufrimiento inútil. No existe la objeción de conciencia en estos casos, pero debería existir cuando se nos pide el sacrificio de un animal que no debe morir. Desgraciadamente no todos los veterinarios cumplen con esta parte fundamental de nuestro código deontológico.

No existe la sensiblería urbanita, sino un mayor grado de cultura y de consideración hacia los animales en el medio urbano que en el rural, ése en el que vivía la burra de su tío Lenci y que tiraba del carro en aquellos años en que, para las labores del campo, no existían otras alternativas, mientras sus perros, seguramente parasitados y desnutridos, correteaban por debajo, y se acercaban a frotarse, probablemente, para aliviar su prurito crónico.

Nuestros perros y gatos tienen hoy, aunque no todos, una calidad de vida digna, como seres sintientes que son, conseguida a base de empatía y de cariño por parte de sus propietarios y de todos aquellos veterinarios que desde la década de los años setenta decidieron dedicar su carrera profesional a su atención, estando hoy en la vanguardia de la profesión veterinaria a nivel mundial. Declaraciones como las suyas no nos van a hacer bajar de ese tren que algunos de nosotros tomamos hace años y que llevará a una mayor consideración de nuestra sociedad por los animales, por todos ellos.

Nuestros perros y gatos viven sanos y felices la mayor parte de su vida, por lo menos en lo que usted llama mundo urbanita, en el que se hace necesario el control de la natalidad por el altísimo número de abandonos y de camadas no deseadas que se dan, y que precisamente suelen salir de ese medio rural al que usted se refiere y que parece que le gusta recordar.

No queremos cachorros de perros y de gatos metidos en un saco con piedras y tirados a un río, no queremos perros con tiros en la cabeza cuando su vida “útil” se terminó, no queremos animales incontrolados, atropellados y muertos que llenan las carreteras tras ser abandonados, no queremos perros a los que les sacó el gusano de la lengua para curar su moquillo, no queremos perros desparasitados con perejil, no queremos albergues y perreras llenos de animales que nacieron de partos fruto de su «libertad sexual» y privados de una vida digna, aunque ésta sea un poco diferente de la de «Golfo» y «Reina», que seguramente tuvieron decenas de hijos a lo largo de sus años de vida y que vaya usted a saber qué fue de ellos.

Afortunadamente los tiempos en que los veterinarios lo eran de todas las especies, están muy próximos a desaparecer, porque desde hace años trabajamos en la especialización profesional, la única que puede proveernos de una excelente capacitación profesional en la atención de todos y cada uno de nuestros pacientes, y de todas aquellas ramas de la sanidad que nuestra profesión tiene encomendadas.

Maltratar a un perro o un gato no es tenerlos encerrados en un piso, porque no lo están. Maltratarlos es no dotarlos de los cuidados necesarios para que tengan una vida acorde con sus necesidades. Los veterinarios somos capaces de saber si nuestros animales de compañía son felices, somos capaces de reconocer sus necesidades, y somos capaces de trabajar en lo que se conoce como una tenencia responsable. También lo son la mayoría de los que un día optaron por ser sus amos o propietarios, o como usted quiera llamarlos.

Usted dice que trabajó en mataderos, pero quizá, además de trabajar para garantizar que los animales sacrificados estuvieran sanos, debería haberse preocupado de que recibieran una muerte digna y exenta, en lo posible, de sufrimiento, y no solo por la salud de su carne. Esperamos que lo hiciera, aunque sus declaraciones nos hagan dudar al respecto.

Los veterinarios, hoy en día, afortunadamente, vemos más animales vivos que muertos, y es a lo que nos hemos acostumbrado. De hecho nos preocupamos para que vivan el mayor tiempo posible exentos de maltrato y de sufrimiento, en definitiva siendo felices, aunque usted no dé crédito a lo que le estamos diciendo.

Sobre sus comentarios machistas sobre los mareos y repugnancias que muestran algunas compañeras, le sugerimos que se retracte de sus declaraciones. Y sentimos ser tan explícitos.

 

Sobre la sección de sexología y de sus respuestas en la misma, preferimos no pronunciarnos.

 

José Enrique Zaldívar Laguía. Presidente

 

Virginia Iniesta Orozco. Vicepresidenta.

 

Lina Sáez de Antoni. Secretaria.

 

enlace a la Vanguardia 

 

21 Comentarios Agrega el tuyo

  1. Jose Maria Requena dice:

    Este especimen es el digno representante del tipo de veterinario palurdo, cateto e inculto, que tanto a perjudicado a la profesión…
    A demas rezuma amrgura, fracaso y resentimiento, el sabra por que…

    José María Requena Garrido.

    Veterinario.

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  2. claret dice:

    de verdad lo felicito ojala todos los veterinarios y lo que no lo somos asumamos esa posición de respeto hacia el resto de los seres que también tienen tanto derecho a una vida digna

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  3. Angel prado gallardo dice:

    Cuanto tiempo hacia ke no leía tan bonita carta ! Enhorabuena !

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  4. Angel prado gallardo dice:

    Ke más se puede decir ! Sobran las palabras !

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  5. Santi dice:

    La relación entre nuestra especie y las demás por suerte avanza,lentamente, pero avanza a mejor,claro.En gran parte gracias a la labor de las mujeres, más capacitadas para amar y con mayor sensibilidad
    Casi todos vivimos en un espacio no tan natural y «libre» como son estas colmenas ,que llamamos pisos y ciudades.Estamos muy en contacto con nuestros
    animales, que tanto queremos y nos quieren.Es por esto que algunas labores que tenían ahora han cambiado.;Ya no tienen que estar atados a un poste ladrando o guardando la finca, o cazando ratones.Ahora hemos ganado en proximidad,en afecto, en compañía, en entendimiento.
    Ellos nos hacen ser mejores personas, y por muchas razones son parte de nuestra familia y no de nuestras propiedades.
    Veterinarios que amáis y cuidais de los animales, y lucháis para que haya menos abandonos, para que nos concienzemos en una reproducción controlada, y en erradicar el maltrato y mal empleo de animales en actividades lúdicas que resultan en nuestros días ,ya era hora ,totalmente inadecuadas al avance de los tiempos., gracias a todos vosotros.

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  6. Luisa Cuñat dice:

    Me cuesta creer que sea usted un veterinario, no será por vocación, es usted uno de los más ceporros e irresponsables «profesionales» que he escuchado, hagale un favor al mundo animal y vayase a tomar por culo.

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  7. Montse Perez dice:

    Después de esta entrevista semejante individuo debería ser cesado inmediatamente!!!

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  8. Mireia Long dice:

    Muchas gracias por escribir esta carta. Espero que este anciano y orgulloso eyaculador precoz pronto deje de representar a sus compañeros de profesión y regrese a la caverna de la que procede. Y que nadie le confie el bienestar de un animal. No había leído hace mucho tiempo tal cúmulo de sandeces, comentarios misógicos, paletos y sin sensibilidad.

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  9. Juan de D. Díaz dice:

    Bueno, en primer lugar me gustaría destacar que los ataques de índole personal no deben ser bienvenidos desde ningún punto de vista y sólo evidencian la escasa capacidad argumentativa del orador.
    A partir de aquí, creo que se ponen de manifiesto tanto en la citada entrevista como en la respuesta publicada algunos aspectos que son y llevan siendo algún tiempo, temas de actualidad y de muchos debates tanto desde el punto de vista antropológico como en su relación (quizá a veces demasiada, pero parte de nuestra idiosincrasia profesional) con nuestra profesión veterinaria.
    En segundo lugar estimo necesario que cada vez que realizamos un análisis o emitimos juicios de valor acerca de cualquier aspecto, creo que debemos previamente realizar un ejercicio de contextualización y no limitar de forma temporal el análisis de nuestra profesión a partir de una década, un lustro o un siglo en concreto (en mi humilde opinión las conclusiones que podamos emitir sin contextualizar un hecho no serán de gran validez).
    Con respecto a las palabras del presidente del colegio de veterinarios de Girona, Bernat Serdà puede que no sean las más apropiadas en ciertos puntos (la relevancia de nuestras compañeras ni tan siquiera necesita argumentación: se defiende por sí sola, pero tampoco pretendo erigirme en juez de nadie), sin embargo tampoco debemos creernos en posesión de la verdad más absoluta y repudiar aquello que nos ha hecho ser lo que somos.
    En mi opinión debemos leer entrelíneas y creo que a todas luces es innegable el rumbo separatista de nuestra sociedad con respecto a nuestro medio natural (llámese “sensiblería urbanita” o “empatía hacia otra especie”), generando circunstancias beneficiosas y otras no tanto. No seré yo el que discuta los beneficios de la evolución de nuestra profesión, sin embargo hay aspectos en cuanto a la concienciación social con respecto al trato a los animales que amparándose en ciertas ocasiones en esa “empatía interespecie” o en la “antropomorfización animal” (más que discutible esta última), olvidamos las necesidades propias y naturales de los animales. ¡¡Cuántas veces vemos esas razas caninas denominadas “toy” paseadas por sus propietarios introducidas en un bolso!! Y que algunas acaban en las clínicas de nuestros compañeros con fractura del miembro delantero al saltar del propio bolso o del sofá de casa.
    La concienciación social hacia los animales no debe basarse tanto en la “empatía interespecie” sino en la “naturaleza intraespecie”, básicamente porque las necesidades de cada especie son diferentes y en esto coincidirán nuestros compañeros de AVATMA que “manejan conocimientos sobre neurofisiología que les permiten continuar siendo veterinarios”.
    Por último y no menos importante, resulta sorprendente y ciertamente confuso que se abogue en este artículo por la más que necesaria especialización veterinaria (aspecto en el que no puedo estar más de acuerdo) y sin embargo se imprima un cierto carácter simplista al ejercicio veterinario aludiendo al supuesto hecho de que “los veterinarios, hoy en día, vemos más animales vivos que muertos”.
    La profesión veterinaria nos permite desarrollarnos sobre diversos ámbitos de actuación y es nuestra responsabilidad ejercer de un modo profesional acorde a nuestra capacitación profesional y a nuestro código deontológico.

    Juan de D. Díaz
    Veterinario

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  10. Pilar Muñoz dice:

    Me parece una magnífica réplica.
    Escribí una pequeña nota en el correo que tiene disponible el Colegio de Veterinarios, en el que con mucho respeto, expuse mis ideas al respecto de los comentarios de este señor.
    Vuestra carta, respetuosa sin duda, podía haber sido más dura, pues sus comentarios son realmente duros para las veterinarias y para las mujeres en general.
    El mundo rural no avanza en su concepción del trato a los animales, por desgracia. Pero que un profesional cualificado, en teoría, diga estas cosas a estas alturas, no tiene perdón. Es como si un maestro jubilado, como yo lo soy, abogase por el bofetón y el castigo de rodillas en el rincón para los alumnos más díscolos.
    Un retroceso imperdonable. Pero así se entiende, por desgracia, el trato que se les dispensa a muchos animales en la España profunda. Por desgracia hay aún que esperar dos o tres generaciones para que esto cambie. Eso sí, aplicándose en educarles en el respeto y la concienciación sobre cómo tratar con dignidad a los animales (y a las mujeres en algunos casos, por lo que se ve)

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  11. Emma dice:

    Afortunadamente, este señor forma parte del pasado. Lo que resulta incomprensible es que sea presidente del Colegio de Veterinarios de Girona.

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  12. Lourdes López Cobo dice:

    Leí ayernla entrevista a este señor. Parece sacado de un almanaque del siglo pasado.
    En su biografía explican que tiene cuatro hijas. ¡Pues vaya padre más misógino!
    No sé qué talla profesional ha tenido a lo largo de su carrera. Está claro que es de los que piensan que a la mujer sólo le debiera esperar el matrimonio y los hijos.
    Sólo le doy la razón en una cosa, no necesito que el médico me quiera o me ame, tan sólo que me respete y me cure.
    También creo que en la sociedad occidental los dibujos animados han infantilizado a la audiencia. Los animales son importantes pero primero estamos las personas. Hay que tratar bien a los animales y no hace falta que nos encariñemos ni que los amemos. La tarea del veterinario es la de cuidar por su salud y también por el estado de la carne, los huevos y el pescado. Los animales proveen de alimento a la humanidad.
    No me gustaría tener que trabajar con este individuo porque, entre otras cosas, tiene por afición la cinegética.
    De todas maneras, el pensamiento es libre y puede expresar su albedrío como le plazca.
    Si sus colegas le han votado como presidente del colegio profesional de veterinarios alguna valía tendrá.

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  13. Miguel dice:

    Soy usuario del servicio de veterinarios de mi ciudad,mi experiencia me muestra que aquí se maneja mucha retorica e hipocrecia,este es un servicio netamente mercantilista y no mas,gracias

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  14. Isabel dice:

    Impecable carta.

    Por cierto, alguien debería decirle que su caballlo Caracol no murió por causas naturales, se suicidó para no tener que escuchar memeces de su amo.

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  15. David dice:

    Es el presi de mi colegio. Vergüenza ajena. No sé al resto de compañeros de Girona, pero a mi ya no me representa. Pido disculpas en nombre del resto de colegiados.

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  16. Faltó decir que es especista y fomenta el especismo.

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  17. Silvia dice:

    No me gustaria que ninguna de mis mascotas cayera en sus manos(tengo 3 gatos y un perro) estan viviendo en un piso y son muy felices.Es increible que este señor pueda ser el Presidente del Colegio de Veterinarios de Girona, como ha podido llegar a este cargo.

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  18. M Teresa Serra dice:

    En los años 80 aprox le llevaron un cachorro que un individuo había dejado encerrado en un coche a 39º. Estaba muy mal. Lo miró a distancia, dijo que lo dejaran en el suelo de su jardín, entró en su casa, sacó una escopeta de caza y sin mediar palabra le disparó un tiro en la cabeza delante de varios de los niños que habían descubierto al perro ahogándose en el coche y que habían acompañado al propietario al veterinario. Los niños tuvieron pesadillas. El pueblo Taradell, y el veterinario o como quieran llamarlo, era Bernat Serdá. Poco después adoptamos a una perra abandonada y elegimos para atenderla a un veterinario normal y sensible de Vic.

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    1. avatma dice:

      Menos mal que los tiempos están cambiando

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