INFORME VETERINARIO SOBRE LA MUERTE DE CABALLOS EN “EL ROCIO”
En la determinación del dolor y sufrimiento de un caballo debe tenerse en cuenta no sólo la sintomatología evidente, pues el temperamento del animal también es determinante en la evaluación del dolor. Existen animales con una capacidad notable para resistirlo. También es imprescindible tener la información que obtendremos de las anamnesis realizadas a los propietarios de los animales; sin esa información es imposible evaluar el grado de dolor y sufrimiento, más aún teniendo en cuenta la dificultad de determinarlo como hemos dicho por la capacidad de resistencia del animal, inherente en cada individuo. La anamnesis, que es tan sólo una mínima parte del protocolo de actuación de un veterinario, nos ayudará a valorar el estado del animal de manera superficial según su actitud y estado general.
No obstante, cabe reseñar que no es factible determinar la causa de la muerte de un caballo mediante una simple anamnesis. Ni que decir tiene que la necropsia del animal junto con el cuadro clínico y el examen completo es la única forma de intentar llegar a conclusiones certeras. Aunque podríamos hacernos una idea del padecimiento o patología del équido, la exploración de las constantes vitales es determinante en la evaluación del animal para considerar si es adecuado instaurar un tratamiento para intentar corregir el desequilibrio o por el contrario es conveniente la eutanasia humanitaria del animal.
El estado del animal (depresivo, decaído, excitado) puede darnos una idea vaga de su estado fisiológico, pero la evaluación de sus constantes vitales es crucial: frecuencia cardíaca, respiratoria y pulso periférico, tiempo de rellenado capilar, color de las mucosas o pliegue cutáneo nos darán información determinante en estos casos.
Con todo esto y pese a las limitaciones que tenemos en cuanto a datos precisos, por la información que tenemos podemos decir que, si el veterinario que ha determinado mediante anamnesis que la causa de la muerte ha sido inicialmente un cólico digestivo, nos encontramos con una alta probabilidad ante un problema de impactación por privación de agua en al menos gran parte de los casos, puesto que el alto índice de mortalidad por la misma causa, aunque no pueda determinarse con precisión científica al no haber necropsia, muestra indicios de que la etiología sea en todos o por lo menos la mayoría de los casos la privación de agua y el agotamiento por sobreesfuerzo.
Teniendo en cuenta que en las muertes, tal como indica el veterinario, todo apunta a fallo cardíaco inducido por shock hipovolémico, a su vez provocado por cólico digestivo, y sabiendo que la restricción en el consumo de agua, más aún en situaciones de esfuerzo extraordinario, propicia la aparición de impactaciones, la evidencia nos llevaría a pensar que la causa primera de la muerte, si es que realmente fue cólico digestivo, sería del tipo de “cólico por impactación provocado por sobreesfuerzo y privación de agua”. También apoya a esta hipótesis el hecho que, además de la restricción de agua, los ambientes estresantes propician esta patología. Es importante recalcar también que la mayoría de cólicos en los caballos, aproximadamente un 90 %, en ausencia de otras causas, se resuelven con facilidad, y menos del 10% de todos los casos de cólico son lo suficientemente graves como para causar la muerte del caballo. Ello da base a la hipótesis que indica que la causa primaria de la muerte no ha sido cólico digestivo sino ejercicio desmesurado y privación de agua.
Con todo, cabe decir que por regla general, un cólico de esta índole, si deriva en muerte fulminante del animal, y teniendo en cuenta el elevado porcentaje de mortalidad en la situación que estamos valorando, conduce a pensar que efectivamente no es la causa única de la muerte tan rápida de estos, pues si se trata por ejemplo de cólico por impactación, éste suele ser un proceso patológico altamente doloroso que puede alargarse incluso hasta 7 días. Todo induce a pensar que la causa primaria de la muerte pueda ser un colapso del organismo por falta de agua, exceso de ejercicio, estrés y depleción de fluidos y electrolitos (consecuencia de las anteriores). Si el proceso induce la muerte por fallo cardíaco ésta no es fulminante sino que responde a una serie de acontecimientos en cadena que poco a poco derivan en la muerte lenta y agónica del animal, no una muerte súbita como indica el informe.
El shock hipovolémico, en este caso, solo puede justificarse por pérdidas de fluidos no repuestas por la privación de agua, esto desencadena un proceso que inicialmente puede revertirse con un tratamiento adecuado, no obstante si persiste en el tiempo puede derivar en una fase de descompensación tardía, que conduce a problemas cardíacos que incluyen bradicardia y arritmias, alteraciones del patrón respiratorio, depresión mental marcada, hipotensión grave, hipotermia y parada cardiopulmonar inminente.
Cuando se desencadena el proceso, tras la pérdida inicial de fluido desde la vasculatura, el agua pasa del intersticio al espacio vascular, manteniendo el volumen intravascular. La depleción de fluido intersticios resultará en la apariencia clínica de la deshidratación, que incluye membranas mucosas rosas pero pegajosas, ojos hundidos y disminución de la turgencia de la piel. Es importante saber que este trasvase de fluidos al espacio vascular es un mecanismo protector para mantener el volumen vascular, así, en los estadios tempranos de la deshidratación, el volumen intravascular se mantiene y no se presentará el shock. Es importante destacar que una corrección de fluidos revierte el proceso en estados iniciales. El fallo cardíaco es la consecuencia última del shock hipovolémico.
El fallo cardíaco es un síndrome caracterizado por una reducción del rendimiento cardíaco con retención de agua y sodio a nivel renal que provoca hipertensión y edemas en las cavidades corporales. La aparición clínica en este caso precipita a forma aguda a consecuencia del shock hipovolémico por privación de agua y ejercicio físico intenso desmesurado tras horas de sufrimiento, no de forma súbita.
Dicho todo esto, si damos por hecho que los animales hayan sufrido un shock hipovolémico derivado de la deshidratación por mal manejo, desencadenante de una grave deplección de fluidos y electrolitos, la muerte de los animales no ha podido ser sobreaguda en ningún caso, pues la secuencia de acontecimientos derivados de esta etiología así lo determinan. Al disminuir el agua corporal del organismo, todos los órganos vitales del cuerpo como el corazón, el cerebro, el hígado, los riñones y otros como los músculos y la piel, reciben menos oxígeno al disminuir el volumen sanguíneo, lo que ocasiona que las funciones normales se vean afectadas.
Cuando va faltando el agua en el organismo se presentan diferentes manifestaciones, todas ellas angustiosas y desencadenantes de dolor, entre las que destacamos:
-Disminución del rendimiento físico: fatiga, cansancio y angustia.
-Sequedad de piel y mucosas (boca, lengua)
-Calambres y hormigueos en la musculatura (la hipopotasemia está presente, y el potasio es el responsable de la contracción muscular)
-Aumento de la frecuencia cardíaca y temperatura corporal.
-Dolor de cabeza y malestar general.
-Dificultad respiratoria e intolerancia al ejercicio (imposibilidad de moverse y mantener el tono muscular)
-Incapacidad para orinar y eliminar sustancias toxicas del organismo (con consecuencias igualmente dolorosas)
-Estado de coma, perdida del conocimiento que en casos graves y extremos de deshidratación conducen a la muerte.
Las fases del shock son: no progresiva, progresiva e irreversible y habiéndose instaurado ya el shock, tiene una duración total, como media, de aproximadamente 5 a 6 horas. No minutos.
En la fase no progresiva existe una alta probabilidad de recuperar al animal sin tener que llegar al extremo de morir por deshidratación. Si se actúa enérgicamente contra la causa el pronóstico es siempre muy bueno. Si en la fase no progresiva, donde el animal muestra signos evidentes de malestar, deshidratación y alteración de la respiración, sin tener en cuenta que evidentemente el propietario es consciente de que el animal no ha bebido nada en todo el tiempo, es fácil determinar esta primera fase para poder corregir el desequilibrio.
Si esto no se corrige en las siguientes 5 horas, como media, puede sobrevenir la muerte, pero no inmediatamente tras el inicio del proceso. En el momento en que entra el animal en fase irreversible, tras la ansiedad inicial y la confusión que provoca todo el proceso, se induce un estado de letargo que antecede a la muerte fulminante, pudiéndose confundir este estado de sopor con una ausencia de dolor, algo nunca justificado desde el punto de vista fisiopatológico.
Con todo esto podemos concluir que, en ningún caso, puede afirmarse que un animal víctima de este proceso haya sufrido una muerte fulminante y rápida, más bien podemos hablar de una muerte angustiosa y lenta, resultado de la privación del elemento más imprescindible de la casi totalidad de todo organismo vivo, el agua.
Como medidas para evitar en un futuro situaciones injustificadas de muerte de équidos durante “El Rocío”, se hace imprescindible una presencia más numerosa de equipos veterinarios y la permanente vigilancia de los animales durante el recorrido, que se podría realizar mediante la colocación de puestos de control. Los animales que presenten cualquier síntoma de afectación, deberán ser atendidos de forma inmediata y retirados, evitándose así hechos como los que documentan este informe.
Marta Gallego Torres
Veterinaria especialista en clínica equina.
Colegiada en el Ilustre Colegio de Veterinarios de Palma de Mallorca.
Colegiada número 875.