Nuestra compañera Inma Manresa Elson ha colaborado en la elaboración del plan de salud para la acogida de los animales de compañía que viven con los «sin techo» en los albergues que les dan cobijo en la ciudad de Zaragoza, así como en el estudio de las diversas ubicaciones que los animales y sus dueños podrían tener durante las horas de descanso.
Encantados de colaborar
Hace más de dos año se aprobó en Zaragoza la posibilidad de que los usuarios con perro del Albergue de Transeúntes municipal pudiesen pernoctar en el interior. Los motivos por los que no se está llevando a cabo aún parecen un misterio.
El trabajo desde AVATMA ha sido la realización de una propuesta simple de prevención de zoonosis parasitarias a través de la aplicación de productos que controlen en cada perro los parásitos internos y externos impidiendo así que puedan suponer un problema sanitario en el interior del albergue.
El otro asunto pendiente era visitar el centro para aconsejar sobre los lugares donde los perros puedan estar más a gusto y por tanto prevenir mordeduras, ladridos o ensuciamiento innecesario, así como aconsejar trayectos de entrada, albergue y salida que pudieran evitar zonas conflictivas como la cocina, por ejemplo, con riesgo de contaminación de algunas zoonosis infecciosas.
Acompañamos al grupo de Protección Animal, empeñado en comprender los motivos por los que no se estaba cumpliendo la ley y el resultado de la visita, guiada por José Antonio Monguillot, técnico del ayuntamiento, fue que en realidad se trata de simple resistencia a la aplicación por no saber cómo llevarla a cabo.
La entrada al Albergue es múltiple, cuenta con dos patios amplios, con árboles, con dos módulos prefabricados que se usan en contadas situaciones, con varios pisos con distintas modalidades de albergue según las circunstancias: hay habitaciones individuales y múltiples con distinto número de literas para usar según sean las circunstancias, y también zonas poco transitadas, almacén de colchonetas y mantas y multitud de rincones donde estas persona-perro estarían infinitamente mejor que bajo un puente, en el interior de un cajero o en un portal . La conclusión tras preguntar al amable trabajador social que nos atendió fue que no se está aplicando por desconocimiento de cómo aplicarlo. Muchas de estas personas usuarias han perdido el arraigo familiar y ayudarles a recuperarse es tremendamente complicado. En el caso de las persona-perro creen que podrían trabajar a la pareja de alguna forma que aún está por diseñar, de manera que no sólo admitirán para el próximo invierno que puedan dormir juntos en el interior del albergue sino que se están planteando nuevas estrategias de ayuda social basadas en el respeto al hombre de querer vivir con un perro.
El siguiente paso será poner cara a esos cinco hombre-perro y poder buscar “a medida” el rincón adecuado dentro del albergue donde puedan estar lo mejor posible y por tanto no provoquen ninguna molestia.
No sé si os pasará lo mismo pero tengo el presentimiento de que cualquier tratamiento que se aplique a alguno de los dos por separado no tiene ni la mitad de posibilidades de lo que se conseguirá con ellos juntos.
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