Esterilización y Castración en Animales de Compañía. Un Debate Necesario. Ventajas e Inconvenientes

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Introducción

Una lectura objetiva de la literatura médica veterinaria, revela una situación compleja con respecto a los riesgos/beneficios para la salud de los animales domésticos de compañía, que son esterilizados o castrados. El número de problemas asociados podría exceder los beneficios y las patologías que se presenten como consecuencia de la realización de estas prácticas, serían responsabilidad de los veterinarios. Las mejores decisiones serán aquellas que tengan en cuenta el género, la edad, la raza e incluso los cuidados a largo plazo y la vida que vaya a llevar el animal. Una gran parte de la información sobre esterilización/castración disponible para el público, en vez de educar, ha servido para generar malentendidos sobre los riesgos/beneficios; de hecho, cuando se analizaron los impactos en la salud no se mencionaron los primeros (1). El asesoramiento sobre los pros y los contras y el momento óptimo para llevar a cabo la castración de un animal sano, es complejo y debe basarse en datos de investigaciones recientes y válidos, así como en aspectos individuales (7) (16). La edad tradicional de esterilización/castración a los 6 meses de edad, así como la práctica moderna de esterilización/castración pediátrica, parecen predisponer a los perros a riesgos para su salud, que podrían ser evitados esperando a que los animales estén físicamente maduros (16) o tal vez, en el caso de muchos perros machos, renunciando a que sean castrados, salvo que sea médicamente necesario (1). No hay ninguna evidencia científica que demuestre que la edad ideal para realizar la castración sea la de los 6-9 meses de edad (11).

Datos para tener en cuenta

En numerosas ocasiones se comete el error de utilizar las palabras esterilización y castración de forma indistinta, como si fueran lo mismo. Cuando se hace uso de ambos términos y de esta manera, sólo se está pensando en el control poblacional, y no en la salud y el bienestar de los animales. Por aclararlo de forma sencilla: la castración produce esterilidad en machos y hembras mediante la extirpación quirúrgica de testículos u ovarios, pero la esterilidad también se puede conseguir sin extirpar las gónadas, mediante otras técnicas quirúrgicas como la vasectomía, la ligadura de trompas o la histerectomía (extirpación del útero) e incluso por medios químicos, es decir, mediante el uso de fármacos, la mayoría de ellos contraindicados en la actualidad por sus graves efectos secundarios. El uso de implantes de GnRH, que provocan la supresión de la liberación de gonadotropina en la glándula pituitaria, podría ser y de hecho es, una buena alternativa a la gonadectomía, aunque está por ver los posibles efectos secundarios que, a la larga, pueden provocar en los animales que se sometieron a este tipo de tratamientos. Por tanto, en este análisis, cuando se utilice la palabra castración, se estará hablando de la extirpación quirúrgica de las gónadas masculinas y femeninas, y cuando se haga referencia a la esterilización, a los otros métodos mencionados.

La esterilización y la castración de los animales de compañía depende en gran medida de cuestiones culturales, económicas e incluso éticas y deontológicas. Con ambas se consigue el control de la reproducción de los animales y se dice que, en ocasiones, la castración elimina comportamientos y cambios físicos relacionados con la presencia de hormonas de la reproducción, que los responsables de los animales consideran inaceptables. Estas prácticas quirúrgicas electivas y la posterior atención veterinaria, están potencialmente asociadas con la situación socioeconómica de los responsables de los animales que no pueden pagar el coste de la cirugía, y por tanto también pueden carecer de recursos para brindar una buena atención veterinaria y una buena nutrición a los animales que viven con ellos (3).

Los principales beneficios sociales de la castración son disminuir el número de animales entregados a las ONG, es decir, abandonados y la lucha contra la sobrepoblación. Aunque un estudio demostró lo contrario, seguramente fue porque esos perros, que fueron abandonados, habían sido castrados para corregir problemas de comportamiento que no mejoraron después de la cirugía (11). En otro análisis se afirma que no hay evidencia empírica que respalde que las gonadectomías tengan efecto sobre el tamaño de las poblaciones de animales de compañía en refugios, y que sí la hay en cuanto a las poblaciones de perros que deambulan libremente (43). Millones de perros y gatos son sacrificados anualmente en Estados Unidos. El 36,4% de ellos proviene de camadas indeseadas, pero no todos los sacrificios se producen por sobrepoblación (11). Ésta es la tónica general en la mayoría de los países. En un trabajo realizado en Australia se sugiere que, quizás, se podrían cambiar los programas de cría y de tenencia responsable con respecto a la esterilización/castración, con el objetivo de poder obtener perros de compañía con un carácter equilibrado, lo que permitiría reducir sustancialmente los abandonos y sacrificios por comportamientos indeseados, al poder “garantizar” las expectativas que sobre sus mascotas tienen sus responsables (29).

En algunas partes del mundo, la gonadectomía no se considera ética y está fuertemente desaconsejada o rechazada por asociaciones profesionales de veterinarios, y es ilegal en al menos un país (11) (29) (31). En un artículo publicado en 1998, por Coffey DJ (12), se describía la gonadectomía electiva como: `la herramienta de los déspotas y tiranos a lo largo de la historia´, y su autor afirmaba: `los perros gonadectomizados son eunucos caninos condenados a vivir sus míseras vidas de manera física y mental´. El autor también cuestionaba, cómo una profesión que se declara guardiana del bienestar de los animales puede, con impunidad, realizar una cirugía electiva en los animales para la convivencia humana (11).

Datos científicos

La mayoría de los estudios sobre reproducción simplemente preguntan cómo ésta influye en la edad de la muerte, pero no dicen nada sobre las causas reales de la misma en los individuos. Para abordar esta cuestión se compararon las causas de muerte de más de 40.000 perros castrados y reproductivamente intactos. Se descubrió que la gonadectomía estaba fuertemente asociada con un aumento de la vida útil y si bien disminuía el riesgo de muerte por algunas causas, como una enfermedad infecciosa, en realidad aumentaba el riesgo de muerte por otras, como el cáncer. Por tanto, se considera que más allá del impacto de la reproducción sobre cuándo mueren los individuos, debemos investigar su impacto sobre la razón de su muerte y posteriormente identificar los mecanismos por los cuales estas causas están influenciadas por la fisiología asociada con la capacidad reproductiva (3). Si los perros castrados viven más tiempo y si la frecuencia de una causa particular de muerte aumenta con la edad, podría parecer que la castración provoca el aumento de una causa de muerte en particular, cuando realmente sólo cambia la distribución por edad de ésta (3); realmente lo que vemos es que la incidencia de determinadas patologías aumenta en perros castrados en comparación con los no castrados y no siempre podemos atribuirlo a que los primeros vivan más tiempo. De hecho, en los mamíferos, se ha demostrado que la eliminación de las hormonas gonadales altera los parámetros hematológicos y de coagulación, el eje hipotálamo-suprarrenal, la saciedad, los neurotransmisores, el tejido tímico y el comportamiento (3). En un adulto normal, el hipotálamo segrega GnRH, que estimula la glándula pituitaria para segregar hormona luteinizante (LH). La LH estimula la secreción de hormonas esteroideas sexuales (testosterona en machos y estrógenos y progesterona en hembras). Estas hormonas esteroideas crean un feedback negativo en el hipotálamo y la pituitaria frenando así la secreción de GnRH y LH respectivamente.  En los mamíferos gonadectomizados no se produce este feedback negativo, por lo que mantienen niveles más altos de LH en circulación. En el caso de perros castrados, la concentración de LH es más del triple que la de un macho entero (45).

En un estudio realizado sobre 30.770 (43,6%) perros intactos y 39.804 (56,4%) castrados, se vio que los primeros tenían una media de vida de 7,9 años y los segundos de 9,4 años; por tanto, la diferencia era de 1,5 años de vida más para los castrados. Se identificó la causa de muerte en 40.139 animales. En realidad, la castración aumentó la esperanza de vida en un 13,8% de los perros y en un 26,3% de las hembras (3) (41). Varios estudios han revelado un aumento de la longevidad en perros castrados, lo que podría ser un reflejo del cuidado mejorado de los animales por parte de los responsables que invirtieron en una cirugía o en una disminución de las conductas asociadas con el riesgo en animales gonadectomizados (11).

Los perros castrados tuvieron una probabilidad drásticamente menor de morir de enfermedades infecciosas, traumatismos, enfermedad vascular y enfermedades degenerativas, mientras que los castrados murieron más comúnmente por neoplasias y por enfermedades inmunomediadas (3). Otro factor que debe ser tenido en cuenta es que los perros enteros son más propensos a deambular y pelear con otros perros y que las hembras intactas, en general, muestran más agresividad dominante que las castradas. Todo esto aumenta el riesgo de muerte por causas infecciosas y traumáticas (3).

Las cirugías que se realizan con más frecuencia en hembras son: ovario histerectomía (extirpación de útero y de ovarios = castración), ovariectomía (extirpación de ovarios = castración) e histerectomía (extirpación de útero = esterilización) y salpingectomía (transección quirúrgica de las trompas de Falopio = esterilización). Cuando se trate de machos, hablaremos de testiculoectomía u orquiectomía (extirpación de testículos = castración) y vasectomía (transección del conducto deferente de los testículos = esterilización).

Otros tipos de esterilización en machos son la inyección intratesticular o intraepididimal de diferentes compuestos químicos.

Otros tipos de esterilización en machos y en hembras se consiguen con Implantes de agonistas de la GnRH. Son una herramienta valiosa en aquellos casos en que se considere necesario para intervenir sobre determinadas conductas, ya que el tratamiento puede interrumpirse y el estado hormonal restaurado en caso de resultados indeseables. Estos implantes estimulan inicialmente el eje pituitario-gonadal, lo que puede resultar en un aumento transitorio de la libido y de los comportamientos asociados a la misma, después del inicio del tratamiento (43).

Todos los procesos que admitimos como castración producen prácticamente la eliminación de las hormonas sexuales (estrógenos y progesterona en hembras y testosterona en machos), mientras que la esterilización no provocará ese efecto. La supresión de la producción de hormonas sexuales conduce a una disminución de los comportamientos y cambios fisiológicos asociados a su secreción, vinculados fundamentalmente a los periodos de celo, que son estacionales en las hembras. Sin embargo, las hormonas de la reproducción tienen efectos sobre todos los tejidos del organismo y por tanto la ausencia de éstas puede impactar de forma inadvertida en otros sistemas orgánicos. Otros cambios hormonales, menos obvios, también se producen después de la extirpación quirúrgica de ovarios y testículos, incluso la elevación persistente de hormonas que controlan la secreción de estrógenos, progesterona y testosterona, por inhibición de los mecanismos de regulación que afectan a las mismas. No está claro cómo influye esto en el organismo de los animales castrados, aunque hay estudios que ya ofrecen una aproximación a los problemas que genera. Aunque la principal función de la LH está relacionada con la reproducción, hay receptores de LH en muchas otras partes del cuerpo. El propósito de los receptores de LH en los tejidos no reproductivos no es muy conocido, pero pueden inducir la división celular y estimular la liberación de óxido de nitrógeno (45).

Consideraciones

Podemos tomar en consideración proponer una legislación para que todos los animales sin dueño o sin responsable, sean esterilizados o castrados antes de ser adoptados o bien, que se adquiriera un compromiso, por parte del adoptante, de llevarlo a efecto en el momento en que los veterinarios lo consideren adecuado en cada caso, salvo en aquellas circunstancias en que médicamente se determine que está contraindicado. Los datos indican que en un 60% de las ocasiones este tipo de compromisos no se cumplen (1) y en este sentido sí se podría legislar con el objetivo de cambiar esta tendencia. También se podría legislar para hacer obligatoria la castración en todos aquellos gatos y perros que tengan, en algún momento de su vida, acceso no controlado y frecuente al exterior de sus hogares (vagabundeo, escapismo) o de todos aquellos que no tengan responsable, como los perros y gatos de «vida libre» (CER-S). También se podría legislar sobre la obligatoriedad de castrar a todos aquellos perros con antecedentes desconocidos o todos aquellos de cuyos padres se sabe que no son aptos o no adecuados como animales de compañía, es decir, que presentaron o presentan actitudes inadecuadas (29).

La edad a la que se realice este proceso quirúrgico no puede ser la misma para todos los animales, sino que debe individualizarse en función de algunos factores. Hay muchos estudios publicados sobre este asunto, pero algunos de ellos resultan contradictorios (28). La razón, apuntada anteriormente, para proceder a la castración o a la esterilización, no es otra que disminuir la cantidad de animales abandonados y sacrificados. Se postula, desde algunos ámbitos, que los animales que viven alojados en sociedades humanas deben ser tratados como una población, porque es beneficioso para todos, es decir, debemos olvidar al individuo y centrarnos en el colectivo. A nivel de la profesión veterinaria, podemos ponerlo en entredicho, ya que debemos considerar a cada animal como un individuo y por tanto debemos tener en cuenta sus particularidades, incluida la raza a la que pertenece o en caso de mestizos, su tipología, teniendo en cuenta sus peculiaridades y su predisposición a padecer determinadas patologías relacionadas con este asunto. Incluso, deberíamos tener en cuenta la utilidad o el servicio que, en algunos casos, vayan a prestar. Un estudio hecho con perros que eran adiestrados para cumplir diversos servicios, en edad adulta (atención a niños y adultos con discapacidades), demostró que la edad a la que fueron castrados influyó en que completaran su entrenamiento con éxito o que fueran desechados por problemas de comportamiento, ortopédicos o ambos (30). Los “despidos” o “exclusiones” totales y el “despido” o “exclusión” conductual, fueron aproximadamente un 40% menos probables en perros castrados entre 7 y 11 meses, que entre perros castrados antes de 7 meses y aproximadamente un 30% menos probable que entre los perros castrados después de 11 meses; el sexo no fue un factor predictivo significativo de “despido” o “exclusión”, ni modificó los efectos de la edad en que se realizó la castración; los “despidos” o “exclusiones” relacionados con la salud eran significativamente menos comunes en los perros castrados entre los 7-11 meses que en los castrados antes de los 7 meses de edad, y no hubo diferencias significativas entre los primeros y los castrados después de los 11 meses de edad (28). Como veterinarios debemos considerar todos estos factores, por lo menos en aquellos animales que tienen responsable, de forma individual ya que, en estos casos, el control poblacional es menos importante que la salud de cada uno de ellos. En lo que se refiere a los gatos y dado lo marcados que tienen sus comportamientos relacionados con el sexo, es decir con la reproducción, sería interesante la castración generalizada, especialmente en machos.

Los veterinarios debemos valorar los riesgos y beneficios según cada situación y no olvidar que, la ausencia de hormonas gonadales, a través de la castración, es un resultado fisiológico que incluye la retroalimentación alterada de los ejes hipofisarios y suprarrenales (3).  

En Estados Unidos, la castración se suele realizar entre los 6 y 9 meses de edad, aunque hay veterinarios que la hacen antes. En ese país, el 50%-64%-75%- 83% de los perros están castrados (3) (4) (43); en Gran Bretaña se calcula que están castrados el 41%-46%-54% de los perros, y en Australia el 77% de machos y el 85% de hembras; en Hungría el 54-57%; en Irlanda el 47%, y en Alemania el 43,1% (en este país se considera ilegal sin una indicación médica clara) (43) (37). La elección de estas edades, entre 6 y 9 meses de edad, no está basada en la ciencia, porque nadie ha realizado un seguimiento durante toda la vida de los animales que se sometieron a estas prácticas para determinar las anomalías que desarrollaban o desarrollaron en relación con la edad a la que fueron sometidos a las gonadectomías. Por tanto, no hay evidencia científica de que la edad ideal para llevar a cabo la esterilización o la castración sea esa, y sí recomendaciones, según algunos estudios, de que debería hacerse después de los 12 meses de edad o incluso más tarde. Se trata de una hipótesis ya que, incluso, el colectivo de veterinarios norteamericanos opina que la decisión de esterilizar o castrar se debe analizar caso por caso, teniendo en cuenta la edad, la raza, el tipo de mestizaje, el sexo, el uso, el ambiente familiar y el comportamiento. En este mismo sentido se ha pronunciado también el “American College of Theriogenology” y la “Society for Theriology”, que consideran que el uso de reglas generalizadas relacionadas con la gonadectomía no es lo mejor para la salud o el bienestar de los animales y de sus responsables o propietarios (14). En una encuesta realizada en clínicas veterinarias del norte de EE. UU, los facultativos no se pusieron de acuerdo. A la pregunta sobre si las perras deberían tener un celo antes de ser gonadectomizadas, el 20,6% respondió que no, un 20,9% lo recomendó poco, un 20,9% dijo que sí, que casi siempre, y un 16,9% dijo que sí, que siempre (24). En una encuesta realizada entre veterinarios de la ciudad de Sídney (Australia), solo el 10% de ellos recomendó a sus clientes que castraran a sus gatos antes de los 3 meses; la mayoría recomendó que lo hicieran a los 5 meses de edad (38%) o a los 6 meses o más de edad (40%). Ningún veterinario recomendó a sus clientes castrar a sus perros antes de los 4 meses de edad; la mayoría (71%) recomendó hacerlo a los 6 meses o más de edad (35). La Federación de Veterinarios de Europa (FVE) aprobó recientemente un documento que contiene diversas consideraciones sobre la edad a la que deben ser castrados los gatos (36).

Beneficios, perjuicios y riesgos

La castración, sin tener en cuenta la edad a la que se realiza, priva al organismo sobre el que se practica de los efectos positivos de las hormonas producidas por ovarios y testículos. Sabemos que, en la mayoría de los casos, los beneficios de la castración superan los beneficios de la exposición a las hormonas sexuales, pero esto no es siempre cierto, ya que la gonadectomía puede aumentar los riesgos de padecer algunas enfermedades en ciertas razas e individuos. La opción puede ser, por tanto, mantener al animal íntegro si su responsable así lo considera, una vez que ha sido informado de los pros y de los contras por parte de los veterinarios, que es nuestra obligación como profesionales de la salud y el bienestar de los animales. No debemos pasar por alto que cualquier operación quirúrgica puede suponer riesgos para la salud e incluso para la vida y que, en algunos casos, pueden existir patologías no diagnosticadas que complicarán la cirugía e incluso el post operatorio: animales con trastornos de la coagulación, con cardiopatías, enfermedades infecciosas y parasitarias, problemas inmunológicos… ¿Cuántas veces, antes de hacer una cirugía de este tipo, se hace un control exhaustivo previo sobre el estado de salud de los animales? En el caso de las castraciones masivas, por ejemplo, organizadas por organismos púbicos, por protectoras o en campañas de bajo coste organizadas por los mismos veterinarios, prácticamente nunca.

En un reciente estudio realizado en Gran Bretaña por la BSVA (British Small Animal Veterinary Association) (19), sobre las complicaciones totales derivadas de la castración o de la esterilización, se han publicado los siguientes datos:

Número total de complicaciones: 18%.

  1. No requirieron tratamiento: 9,3%
  2. Requirieron tratamiento: 7,5%
  3. Requirieron intervención quirúrgica: 1,1%
  4. Muerte del animal: 0,1%

Gatos: 1,4% (1); 1,3% (2); 0,6% (3); 0,1% (4) = 3,4%

Perros: 11,4% (1); 9,3% (2); 0,7% (3); 0,1% (4) = 21,5%

Gatas: 7% (1); 4,4% (2); 1,9% (3); 0,1% (4) = 13,4%

Perras: 13,2% (1); 11,8% (2); 1,1% (3); 0,2% (4) = 26,3%

Otros estudios estadísticos apuntaron complicaciones intraoperatorias en el 6,3% de los casos, postoperatorias en el 14,1% y totales en el 20,4% para perras esterilizadas (1). Otros estudios cuantificaron las complicaciones en el 22% para perras y en el 19% para perros, mientras la tasa de mortalidad debida a estas complicaciones era baja, del 0,1% (1)

Otro estudio, realizado con 1016 perros y 1459 gatos, indicaba lo siguiente: las complicaciones para los primeros, fue del 6,1% y del 2,6%, para los segundos (11). En otro estudio, realizado sobre 142 perras sometidas a ovariohisterectomía por parte de estudiantes de 4º de veterinaria, las complicaciones intraoperatorias fueron del 6,3% y las postoperatorias del 14,2% (11).

Complicaciones: Infecciones, abscesos, dehiscencia de suturas, inflamaciones, hemorragias, síndrome del ovario remanente, piometra del muñón, lesión ureteral…  

Como vemos, los porcentajes de las complicaciones quirúrgicas son altos, aunque no lo parezca, ya que el número de casos que se dieron, en gatos, fue pequeño y por eso bajó la media. Evidentemente, parte de estas complicaciones se deben a la mayor o menor pericia de los que llevaron a cabo las intervenciones, en especial en aquellos casos en los que se dejaron en manos de estudiantes de veterinaria, sin olvidarnos de la apuntado anteriormente, es decir, de los controles prequirúrgicos de salud y de las condiciones ambientales (higiénicas) en las que se realizaron y en la inadecuada atención de los responsables de los animales durante los días posteriores a la cirugía.  

Tampoco se debe obviar que los cuidados post quirúrgicos, en algunas ocasiones, no van a ser posibles, lo que impedirá garantizar el éxito de las cirugías.

Además, se debe tener en cuenta que la restricción o reducción del número de animales de raza, en caso de que se implantara la esterilización o castración obligatoria, dificultará en gran medida la investigación médica de las patologías o afecciones de razas específicas, frenando los avances en el conocimiento médico veterinario y quirúrgico sobre ellas, lo que es inadecuado para el bienestar de estos animales. La crianza de perros de raza es una realidad en todos los países del mundo y seguirá siéndolo, con las restricciones y regulaciones que se puedan o se quieran establecer. Es evidente que las investigaciones de las que son objeto, a nivel de estudios en clínicas y hospitales, nos darán a conocer nuevos descubrimientos sobre las patologías relacionadas con su genética y su predisposición a padecerlas en cualquier edad (14) (29). Teniendo en cuenta este punto de vista, la obligatoriedad de castrar, por ejemplo, a todos los perros considerados “potencialmente peligrosos”, que se propone desde alguna ONG e incluso por parte de diversos organismos públicos, sería de todo punto inadecuada.  

Otras consideraciones   

La ACT (American College of Theriogenologist) y la SFT (Society for Theriogenology) (14), consideran que los programas obligatorios de esterilización y castración no reducen significativamente los problemas de sobrepoblación ya que, la mayoría de los animales abandonados, lo son por cuestiones de comportamiento, salud, economía, cambio de vida y no por su estado reproductivo. En países en los que la castración de perros es ilegal -salvo en casos muy determinados- como Noruega o en los que la mayoría de los perros no están castrados o como en Suecia, no hay sobrepoblación. Por el contrario, en países como EE. UU, en que es común la castración o la esterilización (50-64%-75%-83% de los animales), hay sobrepoblación y un alto número de abandonos (4). Las razones, como se ha apuntado anteriormente, son culturales, es decir, dependen de la educación y de la responsabilidad de los “dueños” y fundamentalmente de las campañas oficiales de concienciación y del interés que se ponga en ellas. Tanto la ACT como la SFT consideran que no está en el mejor interés para los animales producir legislación sobre tratamientos médicos de este tipo y se oponen a programas obligatorios de esterilización y castración (14), aunque hay algunas localidades de EE. UU que tienen ordenanzas al respecto, como las tienen en Australia y Nueva Zelanda (33) (35).

El 57% de los responsables de hembras caninas no sabían que éstas tienen dos celos al año y que por tanto pueden criar dos veces en ese periodo de tiempo. El 83% de los responsables de gatas no sabían que éstas tienen varios celos al año. El 61% de los responsables de animales de compañía piensan que es bueno que sus perras tengan una camada, es decir, que sean madres (11). Se vuelve por tanto a la consideración de que estamos hablando de un problema de educación ciudadana que no se resolverá con una legislación sobre la obligatoriedad de la esterilización o de la castración y sí con la insistencia en las campañas que sean necesarias para hacer llegar toda la información que requieren los potenciales responsables de animales de compañía o los que ya los tienen, antes de tomar una decisión al respecto. Estas campañas deberían ser llevadas a cabo, de forma exclusiva, por el colectivo veterinario, el único capacitado para generar la información científica veraz y necesaria, a través de los medios de comunicación que se consideren oportunos. La SFT y la ACT apuntan que las investigaciones han demostrado que en lugares donde se han instituido programas obligatorios de esterilización y castración, se ha observado una disminución en el número de animales vacunados y con licencia, debido al mal cumplimiento del programa, provocado por el temor de los dueños de mascotas de buscar atención veterinaria si sus animales todavía están enteros o intactos. Esto puede resultar en una disminución de la atención preventiva y exámenes de bienestar regulares, lo que puede disminuir la calidad de vida de los animales de compañía debido al aumento de los problemas de salud no diagnosticados. También puede dar lugar a un aumento de las enfermedades zoonóticas, como la infección por anquilostomas y lombrices intestinales en los niños, debido a los malos programas de desparasitación, así como el menor cumplimiento de la vacunación de rutina contra la rabia (14). En un estudio realizado en Australia, el 61% de los responsables de perros machos y el 47% de los responsables de perras, comunicaron que no castrarían a sus animales de compañía si se les volviera a dar la opción de elegir al respecto (43).

Efectos de la castración

Inconvenientes.

A modo de resumen se citan los siguientes (16) (18):

Osteosarcomas, carcinoma prostático, hemangiosarcoma, linfoma y linfosarcoma, mastocitoma, carcinoma de células transicionales, incontinencia urinaria, infección urinaria persistente, inmadurez de órganos genitales, riesgos quirúrgicos, alteraciones ortopédicas, enfermedades autoinmunes, reacciones vacunales, progresión del síndrome de disfunción cognitiva, así como, problemas de comportamiento y de aprendizaje.

Ventajas

Evita el celo y la pseudogestación, las gestaciones no deseadas, la piometra, el tumor testicular, el tumor ovárico y uterino, disminuye los tumores de mama, los tumores perineales, las hernias perineales e inguinales, la hiperplasia prostática benigna, las prostatitis y quistes prostáticos, la alopecia de la glándula supracaudal, mejora el control de la diabetes mellitus y de la epilepsia, prolonga la esperanza de vida, y mejora algunos comportamientos.

El conocimiento de los beneficios y perjuicios asociados con la gonadectomía, permite a los veterinarios proporcionar el mejor consejo a sus clientes y promover el bienestar y la salud de sus pacientes.  

Patologías

El cáncer es un crecimiento anormal de tejidos. Los tumores benignos tienden a permanecer en un solo lugar, pero los malignos tienden a diseminarse en el área en la que surgen y se extienden a tejidos distantes, causando una enfermedad generalizada. La edad media de aparición de tumores en los perros es a los 10 años de vida.

Los perros castrados muestran un aumento de las tasas de cánceres específicos, con la excepción del cáncer mamario, que es relativamente raro en las perras castradas. Sin embargo, en casi todos los estudios que hacen referencia a este asunto, la relación entre la esterilización/castración y el riesgo de muerte por una enfermedad específica se confunde con la edad. Como se ha comentado, si se castra aumenta la esperanza de vida, lo que podría significar que los perros gonadectomizados pueden tener una mayor incidencia de enfermedades que se presentan más tarde, como el cáncer (3), pero en realidad no siempre es así; por ejemplo, la aparición de muchos linfosarcomas se produce a los 5,8 años, de edad, y los hemangiosarcomas a los 7,6 años, de edad, en castrados tempranamente. Los mastocitomas aparecen a los 6,2 años, de edad, en los castrados tempranamente y a los 6,5 años, de edad, en los castrados tardíamente (4).

Neoplasia mamaria o cáncer de mama,

Tiene una incidencia reportada del 3,4%. Es el tipo de cáncer más frecuente en perras, y el tercero en gatas, con una incidencia del 2,5%. De las perras con tumores mamarios, el 50,9% tiene carácter maligno y la malignidad se eleva al 90% en las gatas (11). En perras, el 90% de los tumores tienen naturaleza epitelial, y el 10% restante son sarcomas y tumores mixtos (43). Las metástasis se reportan en el 77% de las perras con carcinoma de glándulas mamarias, siendo los pulmones donde éstas son más frecuentes, aproximadamente en el 30,8% de los casos. Los factores de riesgo de aparición de este tipo de tumoraciones son: edad, raza y el estado sexualmente intacto. Las razas más predispuestas son: Bóxer, Cocker spaniel inglés, Pastor alemán, Maltés, Chihuahua, Springer spaniel, Dachshunds, Yorkshire terrier, y en gatos, los de razas japonesas y los siameses. Hay indicios de que las razas puras son más propensas a padecerlo que los mestizos. Múltiples estudios han documentado que, en las perras que son castradas muy jóvenes, disminuye en gran medida el riesgo de padecer neoplasias mamarias cuando envejecen. Las castradas antes de la pubertad, es decir, antes de su primer celo, tienen un riesgo del 0,5% de padecer este tipo de cáncer, las castradas después del primer celo, un 8%, y las castradas después del segundo celo, un 26%; las perras no castradas tienen un riesgo 7-10 veces mayor de desarrollar neoplasias mamarias con respecto a las castradas, aunque no se ha establecido la relación exacta causa-efecto (11). También se ha demostrado que los tumores de mama se dan con más frecuencia en perras sin castrar, siendo más frecuentes en aquellas que desarrollan, después de su celo (estro), pseudo preñez o lo que se conoce como “embarazo psicológico”, por tres veces o más veces a lo largo de su vida. Este estado temporal, que al parecer potencia la aparición de tumores de mama, y que es relativamente común en perras, no se evita con la esterilización y sí con la castración (11).

Otro estudio (1) indica que, cuantos menos ciclos de estro tengan, al menos hasta los 30 meses de edad, (2,5 años), menor será el riesgo. Número de celos antes de la castración: Ninguno: probabilidad de desarrollar cáncer de mama: 0,005; un celo: 0,08; dos celos o más: 0,26; Intacto: 1,00.

En un estudio hecho sobre 260.000 perras, se vio que, el 19% de las que estaban intactas tenían tumores de mama a los 10 años, de edad (43). En un estudio hecho sobre 200.000 perras, las perras intactas afectadas antes de cumplir los 10 años, fue del 2%.

Debido a que la evidencia de que la castración reduce el riesgo de neoplasia mamaria es limitada y que la influencia, en este sentido, de la edad en la que se realice este tipo de cirugía, no tiene una base sólida para hacer recomendaciones en firme, la decisión de su conveniencia y de cuándo se debe hacer, es altamente compleja. En realidad, la mayoría de los estudios que afirman que la castración en hembras las protege contra el cáncer de mama, tienen más de 40 años y deben ser revisados y actualizados (2). En las perras se recomendó la castración como una manera de reducir las neoplasias mamarias, pero una reciente revisión sistemática describió que la evidencia de esta de esta asociación es débil. Se apunta que esta conclusión es más una evidencia de los clínicos veterinarios, que una conclusión basada en estudios científicos (38). Otros autores consideran que este tipo de afirmaciones, en la actualidad, son débiles y que el efecto protector de la castración es menor del que se apuntó (5) (7). En el estudio anteriormente mencionado se trató de estimar la fuerza de la evidencia que asocia la edad de la castración con la presencia de masas tumorales en las mamas. Los autores consideran, tras la revisión realizada, que hay abundantes riesgos de sesgo por la metodología estadística seguida y la insuficiencia de datos. Su conclusión es que, aun existiendo cierta evidencia que sugiere que la castración antes de la edad de 2-5 años, se asocia con una reducción considerable de la incidencia de tumores de mama, y que este riesgo puede reducirse aún más si la cirugía se hace antes del primer celo, la fuerza de esta evidencia es débil. Se necesitan, por tanto, más estudios dotados del necesario rigor científico para hacer, sin las dudas razonables que actualmente existen, esta afirmación. (2)

La castración disminuye el riesgo de Tumor Venéreo Transmisible (TVT) en ambos sexos, en áreas endémicas para esta patología, al reducir la cantidad de encuentros asociados a la pérdida de libido en los gonadectomizados.

Cáncer de próstata

La afirmación de que la castración reduce o elimina el cáncer de próstata es falsa, ya que las evidencias demuestran lo contrario. El cáncer de próstata en perros tiene una baja incidencia: 0,2%-0,6% (1) (11), salvo en el Bouvier de Flandes, que es mal alta. Los perros castrados tienen entre 2,4 y 4,3 veces más posibilidades de padecerlo que los no castrados (11). Según los estudios, el cáncer de próstata más común en perros, es el adenocarcinoma/carcinoma, tumor maligno y mortal, y la edad media de su diagnóstico son los 10 años, de edad. El carcinoma/adenocarcinoma de próstata es más común en machos castrados (9). La castración no produce el desarrollo de tumores en la próstata, pero sí favorece la progresión del tumor (11). La incidencia relativamente baja de este tipo de cáncer en perros intactos puede sugerir que las hormonas testiculares protegen contra él (1).

Neoplasia testicular

Tiene una incidencia en perros del 0,9% o menos del 1%. (1) (11), aunque se presenta de forma tardía, es decir, en perros mayores. Los que se diagnostican raramente son malignos y su tratamiento pasa por la extirpación quirúrgica de las gónadas masculinas, con excelente pronóstico. Por tanto, la justificación de que los perros deben ser castrados para evitar esta patología, no tiene fundamento. Una excepción podrían ser las criptorquidias bilaterales o unilaterales, ya que los testículos retenidos tienen 13,6 veces más posibilidades de desarrollar tumores que los descendidos. Otros estudios apuntan que se dan en más de la mitad de los perros con criptorquidia (43).

Tumores ováricos y uterinos

Se dan con muy poca frecuencia, (0,3%-0,5%) (1) (11), tienen carácter benigno, no suelen hacer metástasis y se controlan con la ovariohisterectomía. Por tanto, la castración como justificación para prevenirlos no tiene sentido.

Osteosarcoma

Se trata de un tumor óseo altamente maligno de baja incidencia (0,2%). Es más común en perros de razas grandes o gigantes. Existe, por tanto, una predisposición racial: Doberman, Gran Danés, Setter irlandés, Irish Woolfhound, Rottweiler, San Bernardo. Se ha demostrado que los perros castrados tienen 1,3 a 2 veces más posibilidades de padecerlo que los no castrados, especialmente si la cirugía se realiza antes del año, de edad (1) (11) (21). En Rottweiler que han sido castrados antes del primer año de vida, la incidencia es 3,8 veces (28,4%), más frecuente en machos y 3,1 veces (25,1%) en hembras. (1). La castración temprana en razas medianas y grandes se asocia con un riesgo significativamente elevado de muerte por osteosarcoma. En otro estudio realizado sobre 683 perros de raza Rottweiler, se diagnosticó sarcoma óseo en el 12,6% de ellos, que se vio significativamente influenciado por la edad de la gonadectomía. Los machos y hembras que fueron castrados antes de cumplir el año, de vida, tuvieron un riesgo aproximado de padecerlo 4 veces mayor que los sexualmente intactos. En las hembras castradas antes del primer año de vida el riesgo fue del 3% (8).

Hemangiosarcoma

Es un tumor maligno de tejido vascular. Algunas razas tienen un riesgo mayor de padecerlo: Bóxer, Setter inglés, Pastor alemán, Gran Danés, Labrador y Golden retriever, Caniche, Siberian Husky, Salukis, Bull Dog francés, Perros de agua, Irish Wáter spaniel, Afgano, Scottish terrier, y Boston terrier. Su incidencia total es del 0,2%. Su casuística, según estudios, es 2,2 veces más probable para el hemangiosarcoma esplénico en hembras castradas (4) (11). Otro estudio retrospectivo indicó que es 4-5 veces más frecuente en hembras castradas (4) y 1,6 veces más en machos castrados, en comparación con animales enteros o intactos (1). En el caso concreto de los Golden retriever, las hembras castradas después de cumplir los 12 meses, de vida, tuvieron 4 veces más este tipo de cáncer que las hembras intactas y que las castradas tempranamente, es decir, antes de los 12 meses de edad. Las edades medias de aparición del hemangiosarcoma para perras intactas fue a los 6,4 años, de edad, en las castradas tempranamente a los 7,6 y las castradas tardíamente, a los 3,2. No hubo diferencias entre los machos en cuanto a la edad de castración y la aparición de este tipo de tumores. Dada la especial predisposición que tienen numerosas razas a padecerlos, esto debería ser tenido en cuenta a la hora de decidir sobre su castración (1) (4).

Tumores de vejiga y uretra

El TCC (Carcinoma de Células de Transición) es el más frecuente del tracto urinario. Supone el 1% de los tumores malignos en perros. Existe una predisposición racial: Airedale terrier, Beagle, Rough collie, Scottish y West Highland White terrier. Los castrados tienen 2 a 4 veces más posibilidades de desarrollar este tipo de tumor, que se da con poca frecuencia, en más o menos el 1% (1) (9) (11). Por tanto, la castración como manera de prevenir su aparición carece de justificación.

Linfoma y linfosarcoma

En el caso de los Golden retriever y en un estudio que se hizo con 759 perros de 1 a 9 años, de edad, se vio que los castrados antes de los 12 meses, de edad, tenían 3 veces más posibilidad de padecer linfosarcoma que los no castrados o que los castrados con más de 12 meses de edad. Un estudio afirma que las perras sin castrar tienen menos posibilidades de desarrollarlo, ya que los niveles de estrógenos disminuyen el riesgo de padecerlo (5). En la raza Golden retriever se observó que, en los machos castrados tempranamente, hubo casi tres veces más de incidencia de linfoma que en los intactos. No se observaron casos en machos castrados de forma tardía (4).

Mastocitoma

En la raza Golden retriever no se detectó ningún caso en hembras enteras, mientras que el 2,3% de ellas, castradas tempranamente (antes de los 12 meses de edad), y el 5,7% de las castradas después de cumplir los 12 meses de edad, lo padecieron (4). Otros estudios indican que las hembras castradas tienen 4 veces más posibilidades de desarrollar este tipo de neoplasia (4). En los machos no hubo diferencias.

Piometra

Se trata de la infección del útero. La incidencia aumenta con la edad. El 15,2%-23%-24% de las perras desarrollan piometra (1) (11) a partir de los 10 años, de edad, aunque puede aparecer antes, entre los 4 y 10 años, de edad, y es más común en perras nulíparas que en aquellas que llevaron una gestación a término (11). Existe una predisposición racial: Montaña de Berna, Cavalier King Charles spaniel, Chow Chow, Rough collie, Cocker spaniel inglés, Golden y Labrador retriever, San Bernardo. La ovariohisterectomía es curativa con tasas de mortalidad entre el 0, 1% (1) y el 17% en perras y del 8% en gatas, que pueden desarrollarla a partir de los 5 años, de edad (11), en función, normalmente, de un buen diagnóstico y del tiempo de espera desde el momento en que aparecen los primeros síntomas, hasta que el animal afectado recibe la adecuada atención veterinaria. Otro estudio cuantificó la muerte por piometra en un 4% (1).

En un estudio realizado en Suecia, donde la castración es poco frecuente, se encontró que el 23% del total de hembras desarrollaba piometra antes de los 10 años, de edad. Montaña de Berna, Rottweiler, Rough collie, King Charles spaniel y Golden retriever son razas de algo riesgo. En un estudio retrospectivo hecho en Reino Unido, la prevalencia de piometra fue del 2,2%, pero la incidencia aumentó a medida que disminuyó la tasa de ovariohisterectomía electiva. La ovariohisterectomía ha sido tradicionalmente defendida en base a que impide el desarrollo de infección de útero, que puede incluir sepsis, shock séptico, peritonitis e infección bacteriana sistémica y se relaciona con una tasa de mortalidad del 4%-10%, que incluye la eutanasia. Sabemos que tanto la histerectomía como la ovariectomía, evitan la piometra.

Hipertrofia benigna de próstata/Prostatitis. Quistes prostáticos y metaplasia escamosa de próstata

Es una patología muy frecuente en perros enteros, pero que realmente no tiene demasiada importancia por las pocas complicaciones que provoca en la salud. A los 2,5 años, de edad, el 50% de los perros sin castrar la presenta; a los 6 años, de edad, el 75-80% de los perros machos intactos evidencian aumento de próstata; a los 9 años, de edad, se presenta en el 90-100% de ellos. No suelen provocar problemas clínicos serios, aunque algunos perros tendrán cierta dificultad para defecar u orinar. La gonadectomía produce atrofia prostática, lo que redunda en una menor incidencia de HPB (Hipertrofia/Hiperplasia Benigna de Próstata) que, además, está relacionada con otros problemas de la glándula prostática, que incluyen abscesos y quistes y que, a veces, pueden tener graves consecuencias (1).

Hernias perineales e inguinales, adenomas y fístulas perianales

Son menos frecuentes en perros castrados. Los machos enteros tienen el doble de probabilidades de desarrollar fístulas perianales que las hembras, siendo el Pastor alemán y el Setter irlandés las razas en las que se presentan con más frecuencia (1).

Trastornos ortopédicos

La sincronización y el cierre de los huesos largos está influida por las hormonas gonadales. La castración retrasa el cierre de las placas de crecimiento de los huesos que están creciendo y se relaciona con el mayor alargamiento de éstos. De hecho, los perros castrados antes de que termine su periodo de crecimiento tienen más estatura, si establecemos las comparaciones adecuadas entre individuos, lo que puede afectar al desgaste de las articulaciones (11). La castración aumenta el riesgo de trastornos ortopédicos (1).

Displasia de cadera: Es una formación anormal de la articulación de la cadera con el desarrollo asociado de artritis. En un estudio se describió el aumento de su incidencia en perros y perras castradas antes de los 5 meses de edad, aunque existe una consideración hereditaria, condiciones ambientales, de alimentación y de predisposición racial: Retrievers, Setter inglés, Pastor alemán, Samoyedo, y San Bernardo. Combinando ambos sexos, la probabilidad de displasia de cadera es de un 17% más en castrados que en enteros (4) (10). En este mismo estudio se vio que los machos castrados tempranamente (con menos de 12 meses de edad) padecieron displasia de cadera en el doble de ocasiones que los no castrados o que los castrados más tarde, es decir, después de cumplir los 12 meses de edad (26). No hubo diferencias en el caso de las hembras. Otro estudio apuntó que la displasia de cadera es 1,5%-2% más frecuente en perros gonadectomizados (45).

En un estudio realizado en perros de raza Beagle, la extirpación quirúrgica de los ovarios causó un aumento de la tasa de remodelación del ilion (hueso pélvico), lo que sugiere un mayor riesgo de displasia de cadera con la castración. También se encontró una pérdida neta de masa ósea en la columna vertebral (1).

En un estudio realizado en Golden retriever, se vio que esta patología osteoarticular afectaba al 10,3% de los machos castrados tempranamente (antes de cumplir el primer año, de edad), y al 5,1% de los enteros.

La castración antes de los 5,5 meses, de edad, se asocia con un aumento del 7% de riesgo para padecer displasia de cadera, en comparación con perros esterilizados después de los 5,5 meses (1).

Hernias de disco: Este tipo de patología es extremadamente común en los perros de raza Dachshund, teniendo una tasa de mortalidad alta y en algunos casos los perros afectados quedan con discapacidad permanente. Un reciente estudio de revisión de casos clínicos de hernias de disco en perros de raza Dachshund (1073 individuos), afirma que esta patología es más frecuente en animales castrados, en especial si dicha castración se realiza antes de que cumplan los 12 meses de edad, y especialmente en hembras (6).

Rotura de ligamento cruzado: La estabilidad de las articulaciones podría estar sometida al efecto hormonal (11). Tiene una mayor incidencia en perros con sobrepeso, que es alta en los castrados en comparación con los no castrados. La lesión del ligamento cruzado craneal es más frecuente en perros castrados, hasta 2-3 veces más, tanto en machos como en hembras (1) (25) (26). La base puede ser, según los estudios, hormonal. Un estudio reciente ha documentado cambios en la anatomía de la articulación de la rodilla en machos y hembras con CCL gonadectomizados antes de los 6 meses de edad. Otro estudio demostró que la castración provoca el aumento en tres veces del ángulo de la meseta tibial, que es un factor de riesgo para el desarrollo de esta patología en perros grandes (4). También existe una predisposición racial: Akita Inu, American Stafford terrier, Labrador y Golden retriever, Mastín español, Mastín napolitano, Terranova, Caniche, Rottweiler, San Bernardo.

En el caso concreto de los Golden retriever, y en un estudio hecho con 759 perros de esta raza de entre 1 y 8 años, de edad, no se vieron casos de rotura de ligamento cruzado craneal en machos y hembras intactas o castradas tardíamente (con más de 12 meses de edad). El 5,1% de los machos castrados y el 7,7% de las hembras, castrados de forma temprana (antes de los 12 meses de edad) tuvieron rotura de este ligamento (45). Se descartó el sobrepeso como causa (3) (4).

Obesidad

Su incidencia en la población canina en general es del 2,8% (11). Su incidencia en perros castrados es del 34% en perros y del 38% en perras (1) (11). Otro estudio apuntó que más del 64% de los perros castrados son obesos. En los perros enteros el consumo de comida suprime la secreción de hormonas gastrointestinales (colecistoquinina y glucagón), lo que provoca saciedad. A pesar de ello, sólo una semana después de la castración, el consumo de alimento se incrementa en un 20% y persiste (45). No está claro si la edad a la que se realiza la castración tiene efecto sobre la obesidad, pero estos perros tienden a aumentar la ingesta de alimentos y suelen tener un aumento del apetito indiscriminado (11). La obesidad es un factor de riesgo para algunas formas de cáncer, lesión de ligamento cruzado, diabetes mellitus, pancreatitis, y disminución de la esperanza de vida. Existe también una predisposición racial: Beagle, Cairn terrier, Cavalier King Charles spaniel, Cocker spaniel inglés, Dachshunds, y Labrador retriever.
Un nuevo estudio, publicado en octubre de 2019, indica que el riesgo de padecer sobrepeso u obesidad en los machos castrados es tres veces mayor que en aquellos que no han pasado por este tipo de intervención quirúrgica. Al parecer, la castración disminuye la capacidad de regular el apetito y disminuye la apetencia por el ejercicio (27).

En gatos se produce un problema similar, habiéndose demostrado que, en estos animales, cuando son castrados, disminuye la tasa metabólica.

Atrofia de vulva, vulvas infantiles, vulvas “empotradas”

Estas alteraciones generan patologías como la retención de orina o las dermatitis de pliegues vulvares o perivulvares, en especial en hembras castradas antes de la pubertad (1). Las perras castradas con sobrepeso, con una vulva “empotrada”, especialmente aquellas con incontinencia urinaria concurrente, tienen más posibilidades de desarrollar dermatitis perivulvar (11). Del mismo modo, las castraciones tempranas de machos pueden provocar la capacidad reducida para extraer el pene (11). Una cachorra que presente vaginitis cuando es joven, es probable que necesite tener un celo (estro) para corregir esta patología (descarga de estrógenos). Si no dejamos que lo tenga, la patología , en caso de presentarse, podrá estar presente durante toda su vida de adulta, es decir, el problema no se resolverá.  

Incontinencia urinaria

Una forma de incontinencia es la que se conoce como “sensible al estrógeno”, también llamada “incompetencia del mecanismo esfínter uretral”, que ocurre en perras castradas. Puede ocurrir después de la cirugía o presentarse varios años después. La orina se escapa en estas perras por debilidad o pérdida completa del control sobre el esfínter urinario. La incidencia notificada varía del 4,9% al 20% en perras castradas en comparación con el 0,3%, que es la incidencia en perras enteras (1) (10) (11). Puede estar relacionada con la edad a la que se castra. Existe una predisposición racial: Bóxer, Doberman, Schnauzer gigante, Setter irlandés, Rottweiler, Springer spaniel, Weimaraner y Labrador retriever. Otro estudio retrospectivo encontró que las perras castradas antes de los 5,5 meses, de edad, tenían 2,76 veces más probabilidades de desarrollar incontinencia urinaria en comparación con las castradas después de cumplir esa edad (1). Otro estudio apuntó que la incidencia en perras castradas es del 5-30%, y que el riesgo se incrementa cuando la cirugía se realiza en edades tempranas (45). La gonadectomía temprana se asoció con más tasas de cistitis en hembras (10).

FLUTD (Enfermedad del Tracto Urinario Inferior Felino)

Su incidencia parece ser mayor en gatos que han sido castrados. Se trata de un síndrome que provoca hematuria, disuria, polaquiuria y posible obstrucción uretral. La incidencia es del 0,6% y no se ha podido demostrar una correlación entre la gonadectomía en gatos a cualquier edad y una disminución del diámetro de la uretra o un aumento de FLUTD, aunque en un estudio se identificó la gonadectomía como un factor de riesgo en machos y hembras castradas y con sobrepeso u obesas (13) (15).

Las perras castradas tienen mayor propensión a padecer infecciones de orina persistentes o recurrentes, 3-4 veces más que las perras enteras (1).

Los gatos machos castrados tienen más propensión a padecer fracturas.

Diabetes mellitus

Existen estudios que relacionan una mayor incidencia en perros (45) y gatos castrados. Los gatos castrados tienen 8,7 veces más posibilidades de padecerla (11). La incidencia de esta enfermedad en perros es del 0,5% (11) o 0,34% (20). Los perros machos castrados tienen más posibilidades de padecerla que los enteros, mientras que en las hembras no se observaron diferencias (20).  Existe una predisposición racial: Caniches miniatura, Schnauzer miniatura, Pug, Samoyedos. Afecta más a hembras que a machos. En otros estudios, aunque los datos no son concluyentes, se indica que la castración reduce la posibilidad de padecer esta patología en perros, en otros que no hay influencia, y en otros que duplica el riesgo (1) (11). Otros estudios apuntan que la incidencia es mayor en machos castrados, pero no en hembras (43). En gatos la incidencia es del 0,4% y afecta más a los machos.

Hipotiroidismo

Hay estudios que demuestran una mayor incidencia en perros castrados. Un riesgo tres veces mayor (1) (45). La incidencia de esta patología en perros es del 0,2-0,3% (11). Existe una predisposición racial: Airedale terrier, Cocker spaniel inglés, Dachshund, Doberman, Golden retriever, Setter irlandés, Schnauzer miniatura, Pomerania. El impacto de la castración sobre la función tiroidea podría tener que ver con el efecto de las hormonas sexuales en el sistema inmunológico.

Los casos de tiroiditis autoinmune, parece ser que también son más elevados en perros castrados que en enteros.

No hay informes de un aumento de la incidencia de enfermedades de la glándula suprarrenal asociadas con la castración en perros y gatos, aunque sí se da en hurones (11).

Referencias sobre la castración y su influencia en el comportamiento

Las investigaciones han demostrado que las hormonas sexuales tienen efectos positivos para el comportamiento de los animales enteros o íntegros.

En un reciente estudio realizado en perros que eran adiestrados para prestar diferentes servicios, se vio que la edad en la que fueron castrados pareció influir de forma considerable en que su adiestramiento terminará con éxito (28). Este estudio sugiere que existe una relación entre la edad en que los perros son gonadectomizados y la incidencia de problemas que pueden llevar al fracaso en su adiestramiento. Estos problemas se relacionaron con trastornos del comportamiento o/y ortopédicos.

Un estudio, realizado en 2018, sugiere que la tendencia de los perros a mostrar determinados comportamientos puede verse influida por el momento de la castración y por tanto por el tiempo que su organismo estuvo impregnado de las hormonas sexuales. El comportamiento del perro madura cuando las hormonas gonadales pueden hacer su efecto. La negación parcial o completa de la pubertad puede provocar consecuencias indeseables (32). Miles de perros son sacrificados (“eutanasiados”) en refugios y perreras, sin embargo, estas instalaciones están inundadas de perros que muestran comportamientos inadecuados, es decir, se puede dar la paradoja de que la castración sea una medida adecuada para reducir el número de animales, pero también pueda aumentar la probabilidad de que, ante perros que muestran determinados comportamientos, se haga complicada o imposible su adopción. La propiedad responsable no termina con la castración o la esterilización. Las políticas simples y de gran escala no deben subestimar los desafíos con los que se enfrentan los responsables de estos perros y la importancia que tienen los comportamientos indeseados de estos animales, para poner en peligro el vínculo con el ser humano. (18).  

Los animales no castrados son menos tímidos y los gatos enteros tienen menos tendencia a ocultarse. La castración no influye sobre el entrenamiento de los perros de trabajo y los comportamientos dimórficos no sexuales no se ven influidos por esta práctica (11). La capacidad de entrenamiento para los animales esterilizados y/o castrados, sean machos o hembras, no parece verse influida. Sin embargo, otros estudios recientes indican lo contrario. En un estudio, centrado en el comportamiento de 8981 perros se encontró que 23 comportamientos diferían entre perros enteros y castrados, de los cuales 12 estaban asociados con las hormonas gonadales y 5 con la edad de castración. También se relacionan con ciertos tipos de agresión las modificaciones nutricionales que se prescriben para el control de peso en perros castrados, debido a la protección de recursos y el aumento de apetito. Estas circunstancias parecen tener mayor incidencia cuando la castración se realiza antes de los 12 meses de edad (38).

Los perros enteros de ambos sexos son generalmente más audaces que aquellos que fueron gonadectomizados, lo que ha llevado a pensar que la castración puede reducir los comportamientos problemáticos como son las mordeduras. Estudios recientes no han encontrado diferencias en cuanto a la incidencia de agresiones para perros enteros y castrados (38).

Un estudio encontró un aumento de la tendencia a montar objetos en perros castrados. En este contexto es importante tener en cuenta que el comportamiento de monta también se puede presentar por razones no relacionadas con la libido, como el estrés o la ansiedad. En algunos casos, la persistencia del comportamiento de monta, después de la castración, parece depender de la experiencia sexual previa a la gonadectomía (18).

La castración disminuye la ansiedad por separación, la micción sumisa (11) y las conductas de escape y eliminación inadecuada (10), así como los comportamientos sexualmente dimórficos como la monta, la pulverización de orina y algún tipo de agresión (11). Otros estudios apuntan que la castración aumenta el miedo a las tormentas, a los petardos, así como la ansiedad por separación y la micción por sumisión (45).

Fobia a los ruidos: Algunos estudios revelan un posible aumento de las fobias a los ruidos (10) (11) (45) asociada a perros castrados.

Función cognitiva: Hay estudios que demuestran que esta función puede verse afectada negativamente por la castración, aumentando el riesgo de deterioro cognitivo geriátrico progresivo (11). Este deterioro incluye desorientación, cambios en la vida social en lo que respecta a las interacciones con los miembros de la familia humana, pérdida del entrenamiento en casa, aumento de la ansiedad, deambulación sin rumbo y cambios en el ciclo sueño-vigilia. Las investigaciones afirman que estos hallazgos están en línea con la investigación actual sobre los roles de protección neurológica de la testosterona y los estrógenos a nivel celular y el papel de los estrógenos en la prevención de la enfermedad de Alzheimer en mujeres (1).

También hay estudios que apuntan que la gonadectomía puede tener un impacto negativo en la capacidad de aprendizaje de algunos perros (39) (40) (41) (42).

Los perros enteros tienen mayor tendencia a las peleas y agresiones con los de su misma especie.

Los perros castrados presentan un aumento de reactividad negativa hacía los humanos que se acompañan de perros desconocidos y una mayor tendencia a la agresión hacía miembros de la familia. Esto puede estar influido hormonalmente (11) (38). Estudios hechos con perros adoptados, descubrieron que los ladridos a los hombres, las fobias al ruido y los comportamientos sexuales disminuyen linealmente con el aumento en la edad de castración. Los perros que fueron castrados antes de los 5,5 meses, de edad, tenían menos ansiedad por separación, pero eran más agresivos con los miembros del hogar y con los extraños, que los castrados con una edad mayor (32).

Las hembras que mostraron agresividad antes de ser castradas mostraron una mayor agresividad tras serlo. La castración en hembras agresivas solo se justifica en el caso de que dicha agresividad se manifieste única y exclusivamente durante el periodo de celo (estro). Este factor dejaría de tenerse en cuenta si se generaliza o se obliga a la castración de todas las hembras caninas.

Los gatos enteros se pelean y marcan más que los castrados.

Los animales enteros tienen más tendencia al vagabundeo, con las consecuencias que esto puede tener, como los accidentes.

Existen patologías que pueden padecer perras enteras, en las que la castración podría formar parte del tratamiento: perras con epilepsia primaria y perras con diabetes mellitus. Sobre la epilepsia, un estudio hecho en Reino Unido determinó que el 74% de los pacientes con esta patología, que fueron gonadectomizados antes del inicio de las convulsiones, vivieron más que aquellos que lo fueron una vez que se presentaron los síntomas (43).

Patologías inmunomediadas

En un estudio realizado en el año 2016, se analizaron los registros de 90.090 pacientes del William R. Pritchard Veterinary Medical Teaching, Hospital en la Universidad de California Davis, de 1995 a 2010, para determinar el riesgo de enfermedad inmunomediada en relación con el estado neutro o íntegro en perros (22):

Los perros castrados tenían un riesgo significativamente mayor de padecer ATOP (Dermatitis Atópica), AHAI (Anemia Hemolítica Autoinmune), ADD (Hipoadrenocorticismo), HIPO (Hipotiroidismo), TPI (Trombocitopenia Inmune) y EII (Enfermedad Inflamatoria Crónica), que los perros intactos; las hembras castradas tenían mayor riesgo que los machos castrados de padecer todas las patologías anteriores, excepto AHAI (Anemia Hemolítica Autoinmune) y ADD (Hipoadrenocorticismo). Las hembras castradas, pero no los machos, tenían un riesgo significativamente mayor de padecer LUP (Lupus Eritematoso) que las hembras intactas.

Los datos subrayan la importancia de los esteroides sexuales en la función inmunitaria, haciendo hincapié en el papel de estas hormonas en el autorreconocimiento de los tejidos. La castración aumenta el riesgo de reacciones adversas a las vacunas. Se realizo un estudio retrospectivo de reacciones adversas a la inmunización con vacunas en perros, que incluyó alergia, urticaria, anafilaxia, paro cardiaco, shock cardiovascular y muerte súbita. Las reacciones adversas fueron 30% más probables en hembras castradas que en intactas, y un 27% más probables en machos castrados que en enteros. Las razas pequeñas y miniatura tienen un riesgo más elevado, así como: Bóxer, Lhassa Apso, Weimaraner, Golden retriver, Basset hound, Corgi, Siberian Husky, Doberman, American Pit Bull, y Akita. En los mestizos tienen menos incidencia (1).

La castración es de vital importancia para el control de la población, la reducción de los trastornos reproductivos y resulta cómoda para los propietarios. A pesar de estas ventajas, este estudio sugiere que la castración está asociada con un mayor riesgo de padecer ciertos trastornos autoinmunes y recalca la necesidad de que los propietarios consulten con su veterinario antes de la misma, para evaluar los posibles beneficios y riesgos asociados con dicho procedimiento.

Sobre la castración y la expresión de trastornos hereditarios, un estudio realizado en perros gonadectomizados de ambos sexos determinó que éstos tenían menos posibilidades de ser diagnosticados de varias afecciones tempranas y congénitas, que incluían; estenosis aórtica, cataratas de inicio temprano, conducto arterioso persistente, comunicación intraventricular, y derivación porto sistémica. Los machos gonadectomizados tenían menos posibilidades de ser diagnosticados de vólvulo de dilatación gástrica y de miocardiopatía dilatada (44).

Conclusiones

El perro doméstico presenta una importante variación fenotípica asociada a la raza, no solo en la morfología y el comportamiento, sino en las causas de muerte. Además, la esterilización quirúrgica y la castración se realizan comúnmente a edad temprana. Por eso es tan importante no generalizar: apuntar que todos los animales de compañía deben ser castrados y que, en caso de hacerlo, da igual la edad o el momento, es un error. La castración en hembras debe coincidir con el periodo de reposo sexual o anestro, es decir, 90-100 días después del corto periodo que precede al celo (estro), y que se denomina proestro. En determinadas circunstancias, y en especial en el caso de hembras que han sido abandonadas, será “complicado” establecer el momento del ciclo en que éstas se encuentran, para proceder a su castración en el momento que se considera idóneo, salvo que se realicen las pruebas oportunas para determinarlo, práctica poco habitual.  

La vida media de un gato en 2012 fue de 12 años, habiendo aumentado un 10% desde 2002, añadiéndose un año completo de vida. La vida media de un perro fue de 11 años en 2012, aumentando un 4%, lo que agrega medio año de vida con respecto a 2002.

Dado que la calidad de vida de los animales de compañía ha aumentado considerablemente en los últimos años, la castración no debe ser considerada como el único factor a tener en cuenta a la hora de buscar las razones por las que viven más tiempo, sino también la alimentación, las vacunas, el control de parásitos, la atención por parte de sus responsables, el diagnóstico temprano de enfermedades, la calidad de los servicios veterinarios, la ubicación geográfica (medio rural o urbano) y los modos de vida.

El debate sobre si las gónadas, ovarios y testículos, pueden considerarse únicamente órganos reproductivos o también como órganos endocrinos necesarios para la salud y el bienestar animal de los individuos a lo largo de su vida, ya ha sido despejado por la ciencia: no cabe la menor duda. La decisión entre castrar o no castrar, y sobre esterilizar o no esterilizar, debe tomarse tras analizar caso por caso, salvo en los supuestos apuntados en este informe. Del mismo modo, se debe tener en cuenta que la castración no siempre está indicada.

Con la esterilización se consigue impedir la reproducción de los animales sin someterlos a los posibles perjuicios de la castración, pero también es cierto que tanto la ligadura de trompas de Falopio en perras (no la histerectomía), como la salpingectomía (extirpación de las trompas), y como la vasectomía en perros, provocan más complicaciones post operatorias que las gonadectomías, aun resultando, en teoría, operaciones quirúrgicas más sencillas de realizar. Una reciente auditoría realizada por el Royal College of Veterinary Surgeon (RCVS), corrobora esta afirmación. Aun así, es evidente que la opción esterilización en perros, en vez de la opción castración, puede y debe ser tenida en cuenta por los veterinarios clínicos de animales de compañía, no solo por la salud y el bienestar de algunos individuos sino, además, porque es probable que sea mejor aceptada por sus responsables o propietarios, una vez que son informados de en qué consiste cada una de las prácticas quirúrgicas que inducen la esterilidad en su animal de compañía (45). La castración química por un tiempo limitado, en perros/as y gatos/as, en base a la aplicación de implantes, es otra alternativa a tener en cuenta por parte de los veterinarios.

Febrero 2021

José Enrique Zaldívar Laguía

Invito a todos los compañeros que trabajan en clínicas veterinarias para que reúnan datos sobre las patologías que pudieran relacionar con la castración y que tomen en cuenta, siempre que puedan, la edad del animal cuando se realizó el acto quirúrgico.

Bibliografía

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