VISITA GUIADA A LA PLAZA DE TOROS DE SANTOÑA (CANTABRIA)
«Dedicado a D. Isidoro Pérez Durán (PEPE)»
La plaza de toros de Santoña es una de las pocas que quedan en la Comunidad Autónoma de Cantabria. Junto a la plaza de toros de Ampuero y la de Santander, todavía programa festejos taurinos.
Cuando entras en el coso taurino, hecho totalmente de piedra, te recibe un señor entrado en años, «PEPE», que inmediatamente te sugiere e insiste varias veces en que subas a la parte más alta de los tendidos para hacer fotos de las maravillosas vistas que desde allí se vislumbran.
Una vez cumplidos sus deseos, «PEPE» te cuenta con una pasmosa exactitud los años, meses y días que han pasado desde la inauguración de la plaza, que él conoce desde que tenía tres años. Él sólo quiere, según sus propias palabras, «que salgas de allí contento», añadiendo: «vivan los toros». Estas frases se las oiremos varias veces durante la visita.
La plaza de toros de Santoña se inaugura el 7 de septiembre de 1907, con una corrida de toros en la que intervinieron Antonio Guerrero Román, «Guerrerito» y Castor Jaureguibeitia, «Cocherito de Bilbao», y en la que murieron, según don Isidoro, 18 caballos y 4 fueron heridos.
«PEPE» te deja que te des una vuelta por el ruedo siguiéndote de lejos y te vuelve a abordar cerca de la puerta de chiqueros para decirte que tiene unos bonitos calendarios de la peña taurina por el módico precio de 2 euros. Es entonces cuando te echas la mano al bolsillo y le das unos euros diciéndole que no tienes especial interés en sus calendarios, y te dice: ¿queréis ver los corrales y los chiqueros? Y te los enseña hablándote de todo lo que allí acontece el día en que hay corridas.
Te explica por dónde se desembarcan los toros, que pasan 48 horas en los tres corrales construidos para ellos en los que esperaran su lidia; uno para los seis toros de una tarde, otro para los otros seis de la siguiente tarde, y uno más pequeño para los sobreros, recordándote que son tres por ser la plaza de tercera categoría. Cuando te interesas por la hora en que se lidian los toros, te dice que es a las seis de la tarde, y te enseña alguno de los seis chiqueros que hay detrás de cada una de los seis puertas de color granate que se distribuyen de tres en tres a uno y otro lado a lo largo del pasadizo por el que saldrán al ruedo. Son bastante amplios, con las paredes encoladas y techos muy altos.
En uno de ellos podemos ver una larga vara apoyada en la pared que es, según nos dice, para colocar la divisa en los animales antes de salir al ruedo. También nos explica que desde hace no mucho han cambiado el sistema de colocar este arpón en los animales, y nos señala un agujero tapado con ladrillo en el techo, que es desde donde se hacía antes.
Los toros son allí encerrados sin luz a las 2 de la tarde, es decir, esperan cuatro horas, el que menos, hasta que llega el momento de su lidia. Nos dice que una vez que el primer toro ha salido al ruedo, uno de los sobreros es introducido en el chiquero que quedó vacio por si alguno de los toros es devuelto a los corrales en algún momento de la lidia.
Te cuenta que una parte de la plaza sufrió graves daños por un temporal y que fueron los miembros de la peña taurina los que repararon los desperfectos trabajando de forma altruista, y que son los que se ocupan del mantenimiento. Lo que no te dice, aunque lo preguntas, es quién paga los materiales para las reparaciones. Evidentemente es el ayuntamiento de Santoña, propietario del coso taurino. Y entre explicación y explicación te vuelve a repetir lo que quiere: «que salgas contento de allí», «que vivan los toros».
Entretanto, en los tendidos de la plaza, un hombre explica a un grupo de estudiantes franceses en qué consiste la lidia de los toros, en cada uno de sus tercios. No hemos podido oír demasiado, pero les comenta que las puyas para los animales son como si a nosotros nos dieran una bofetada.
Cuando pasamos por delante de donde están los estudiantes que le escuchan, cesa en su explicación, y dice: «no tenemos prisa, buenas tardes». Igual se ha dado cuenta de que no somos taurinos, porque ha visto como nos hacíamos la foto con los pulgares hacía abajo en la barrera de los veterinarios.
Cuando nos dirigimos hacia la salida, «PEPE» nos invita a visitar el «museo taurino»; una pequeña habitación alicata en blanco, en la que hay muchos carteles de corridas y sobre todo fotos, muchas fotos de toreros de ayer y de hoy, que te va explicando una por una, insistiendo en que lo fotografíes con tu móvil, porque él lo que quiere es que: «salgas contento de allí», que «vivan los toros».
Entre las fotos, una de la rejoneadora Noelia Nieto, a la que le digo que conozco, pero no le explico la razón: por abandonar unos caballos en su finca de Huete (Cuenca) con claros síntomas de desnutrición y por lo que ha sido denunciada, pese a que los veterinarios de la Diputación, en su visita a la finca, dijeron que «sólo estaban un poco delgados por un destete tardío».
Y sí, nos vamos «contentos» porque hemos podido hacer fotos de las partes «ocultas» de la plaza, de cómo se manejan los animales que van a ser lidiados, y de que sólo hay, según don Isidoro, cuatro festejos al año. Y también nos vamos tristes por ver como todavía, con mentiras, aunque sea en francés, intentan captar a un público joven que se creerá a pies juntillas lo que les contaban desde el ruedo de la plaza.
El contraste es claro: mientras nos contaba y enseñaba PEPE, la historia de los toros en Santoña a lo largo del siglo XX, donde se apercibía que para él todo está bien y es como es y tiene que ser, el «maestro» contaba su cuento desde la arena de la plaza a los chavales sentados en los tendidos y no tenía más remedio que mentir para endulzar la tortura animal e intentar captarlos para una actividad que se desangra porque no encuentra nuevos adeptos a su causa, y porque se queda sin dinero público, que es el que la ha mantenido.
El último ejemplo el del martes en Cáceres, donde 130 taurinos, uno más o uno menos, protestaban por la retirada de la subvención de 40.000 euros con la que el ayuntamiento de la ciudad sostenía la ruina de esa plaza.
José Enrique Zaldívar Laguía, presidente de AVATMA
Virginia Iniesta Orozco, vicepresidenta de AVATMA
Lina Sáez de Antoni, secretaria de AVATMA
Rubén Muñoz Madrid, miembro de AVATMA
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