CÓMO SER PROFESIONAL DE LA TAUROMAQUIA DE LA NOCHE A LA MAÑANA Y POR CINCO AÑOS: DE CONCEJAL A NOVILLERO
En julio de 2015, y desde AVATMA, publicamos un estudio que llevaba por título «El empleo fantasma que genera la tauromaquia«, que fue recogido con gran éxito mediático como «los sospechosos datos oficiales de la tauromaquia» por eldiario.es en su Caballo de Nietzsche . Fue compartido casi 25.000 veces desde la página de este periódico digital.
En aquel análisis nos sorprendíamos de que un sector, el taurino, en el que los espectáculos en plaza han descendido en los últimos nueve años en un 52,4% (2007: 3.651; 2015: 1,736), ve como año tras año aumenta el número de profesionales, es decir, el de aquellos que pueden lidiar becerros, novillos y toros, y quedan registrados.
En el año 2007 había 7.397 profesionales taurinos entre toreros, novilleros con y sin picadores, rejoneadores, banderilleros, picadores, mozos de espada y toreros cómicos, y en 2015 la cifra había ascendido a 10.481, es decir, un 22% más. De estos 10.481, 2.287 aparecían en el registro como «novilleros sin picadores», que son aquellos que lidian animales de dos años, sin que durante el festejo haya tercio de varas. Del total de ellos, de los 10.481, demostramos en nuestro estudio que sólo el 8,8% de ellos había participado en algún festejo taurino en 2015, y que de los 3.018 novilleros (con y sin picadores) solo lo hizo el 4,18%.
Recientemente hemos conocido una de las maneras de que las cifras se engorden año tras año en forma de fraude, y aquí te lo contamos:
Una decena de vecinos de Vinuesa logró su inscripción en el Registro de Profesionales Taurinos del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte en la categoría de «novilleros sin picadores» sin que se les pusiera ninguna traba. La razón fue que querían lidiar y dar muerte pública a una serie de becerros, que no novillos, y por el Reglamento de Espectáculos Taurinos de Castilla y León no podían hacerlo sin tener el carnet correspondiente, es decir, tenían que ser profesionales reconocidos a nivel estatal, porque las becerradas son un festejo taurino en plaza y no un festejo popular y en estos últimos no se puede dar muerte pública a los animales según la reciente decisión tomada por la Junta de Castilla y León para evitar el alanceamiento del ya abolido «Toro de la Vega» en Tordesillas.
De estos diez maltratadores de bóvidos de raza de lidia, uno es concejal del pueblo mencionado y declaraba, antes de haber realizado la «gesta» de maltratar y dar muerte a un animal de pocos meses: «si me piden que para la becerrada tengo que tener el carnet profesional, lo saco y no hay problema. Es algo bien sencillo: Cumplir«. ¿Profesional? Escasa vergüenza.
Lo curioso e indecente, si es que cabe algo más, es que, para inscribirse como «novillero sin picadores», la legislación admite el aval de alguien de categorías superiores, es decir, de un torero, de un rejoneador o de un novillero con picadores, o de un ganadero, o llevar un año en una escuela de tauromaquia. Esto último, el pertenecer a una escuela de aprendices de maltrato animal, es lo que han documentado algunos de los nuevos novilleros sin picadores implicados en el fraude. Decía el periodista de el Diario de Valladolid que publicó la noticia: «Vinuesa será una de las localidades con más proporción de novilleros por cada 1.000 habitantes». Lo tremendo es que lo serán por un periodo de cinco años.
Suponemos que esta circunstancia, la que hemos explicado, no solo se da en este pueblo de la provincia de Soria, sino en otros lugares, lo que explicaría, por lo menos de forma parcial, el porqué aumentan los profesionales taurinos cuando el número de festejos en los que se puede desarrollar el arte de maltratar, disminuyen.
Si ustedes ven que el próximo año, las estadísticas señalan la presencia de diez nuevos profesionales taurinos, aunque seguro que serán más, ya saben de dónde han salido.
José Enrique Zaldívar Laguía.