¿Por qué no deben usarse los collares eléctricos como solución a los ladridos «molestos»?

El desconocimiento puede hacer en ocasiones cometer errores graves, pero que además estos se cometan desde organismos oficiales es no sólo grave sino una temeridad. Recomendar el uso de collares eléctricos para solucionar un problema no es una solución sino un castigo para quien lo recibe, en este caso los perros.

La solución a los problemas de comportamiento se basa en sólidas técnicas de modificación de conducta, y éstas, a diferencia de los collares eléctricos, están firmemente respaldadas por los actuales conocimientos científicos, los mismos que demuestran que el castigo positivo es contraproducente en el aprendizaje animal y además conlleva graves riesgos para los mismos. La educación no pasa por el castigo sino por el trabajo y la confianza. Utilizar descargas eléctricas para que un animal haga o deje de hacer algo concreto, es traumático ya que no sólo se trata de un estímulo aversivo, si no que mal utilizado (no debería usarse nunca y de hacerse debe ser bajo supervisión estricta), produce graves lesiones en el animal.

Hay quien dice: -“pero funciona, obedece a la primera, y no le pasa nada”.

Funciona basándose en el MIEDO por respuesta

Obedece a la primera, o la segunda, por MIEDO no por aprendizaje ni obediencia

Sí, sí le pasa; como consecuencia de este tipo de artilugios estos animales están en un estado de ANSIEDAD mayor, un estado emocional negativo y por consiguiente CARENTES DE BIENESTAR ANIMAL.

Hay quién dice que no sufren y no les molesta; es evidente que estas personas desconocen y no saben interpretar las señales que emite un perro que espera ser castigado, porque tras las primeras veces, aprenden que van a ser castigados, NO aprenden a dejar de ladrar, y esperan ese castigo: ¿Os imagináis qué supone saber que recibirás un castigo pero no cuándo? ¿Qué cómo lo saben? El perro asocia ese estímulo al dolor que le provoca la descarga (porque le duele, lo creáis o no), y obedece por sometimiento y miedo, ya que esperan y temen al dolor de forma anticipada. ¿Esta es una forma adecuada de solucionar un problema? Problema, dicho sea de paso, para nosotros, porque ladrar está en su naturaleza, obvio.

Por otro lado la sensibilidad emocional es diferente en cada animal, es un error pensar que una descarga eléctrica afecta a todos los animales por igual.

Quizás antes de recomendar semejante tipo de maltrato, sería recomendable identificar la causa de esos ladridos; ¿no os parece?. De esa forma, y conociendo la causa, se pueden poner medios más acordes con el problema, y desde luego NUNCA serán castigos. El hecho de que deje de ladrar no significa haber solucionado el problema inicial y además añadimos un nivel de ansiedad considerable. Un perro puede ladrar por muchos motivos y consecuencia a diferente tipo de estímulos, ahí es donde radica la solución: identificar los estímulos y modificarlos si es necesario. En cualquier caso un perro obediente y con un vínculo adecuado con su dueño, no necesitará castigos de ningún tipo para obedecer una orden de éste.

“Educar” a un perro a base de castigos no le hace obediente y que te respete, hace que tengas un perro sometido que ha aprendido a evitar el dolor y el castigo por miedo y eso señores no es obediencia ni es el verdadero aprendizaje que debe basarse siempre en refuerzos positivos, trabajo y constancia y sobre todo algo que no tenemos jamás con ellos; paciencia.

Os dejo un estudio fantástico para que veáis que existen, que quienes no los defendemos lo hacemos con argumentos no sólo basados en el ¡Ay pobrecito no le hagas eso!  Que también.

Rosa Tejada Racón
Veterinaria colegiada numero 982, Ciudad Real
Master en Etología Clínica y Bienestar Animal por la UCM

Miembro de AVATMA