Cuando la eliminación de especies «invasoras» perjudica la biodiversidad

Isla Isabel:

Se trata de una isla volcánica del océano Pacífico perteneciente a México. Fue declarada parque nacional en 1980 y su administración corresponde a la Universidad Nacional Autónoma de México y al Instituto Nacional de Ecología. En el año 2000 pasó a ser área natural protegida. En 2003 fue declarada «Sitio Ramsar» (humedal de importancia internacional). Tiene una superficie de 1.94 kilómetros cuadrados, es decir, 194 hectáreas.

Los pescadores que acampan allí durante algunos días cada año, han confirmado que los gatos ya estaban en la isla cuando empezaron a habitarla en 1930. El capitán Petit-Thouars declaró en 1836 que la isla era árida y estéril. Debemos pensar que las ratas y gatos llegaron en barcos mucho antes de que lo hicieran los pescadores, probablemente en el siglo XIX. También recibe visitas, esporádicamente, de biólogos y ecoturistas.

Se trata de uno de los principales espacios de anidación de aves marinas residentes y migratorias del Pacífico, habitada por nueve colonias reproductivas de aves y siete de reptiles (iguanas, lagartijas, geckos, serpientes). Como aves “estrella” de la isla se mencionan el pelícano Café, el piquero de Patas Azules (sula nebouxii) o piquero Camanay, y el piquero de Patas Rojas. En esta isla habitan otros animales, pero de ellos, además de las aves, nos interesa un tipo de reptil autóctono, una variedad de culebra que recibe el nombre científico de Lampropeltis polizona, que en realidad es una subespecie de Lampropeltis triamgulum; también se la conoce como “Atlantic Central American Milksnake” o “Culebra Real Escarlata” o “Falso Coralillo Real Occidental” o “Falsa Coral Méxicana” . De ella se dice que se alimenta principalmente de reptiles (lagartijas y otras serpientes), ocasionalmente de mamíferos (roedores y musarañas) y rara vez de aves y huevos de reptiles.

En esta isla se han llevado a cabo, durante muchos años, programas de erradicación de mamíferos invasores (así los llaman) y en concreto de gatos y ratas. El estudio del que vamos a hablar, que lleva por título: “cómo la eliminación de gatos y ratas de una isla permitió que un depredador nativo amenazara a un ave nativa” (“how removal of cats and rats from a island, allowed a native predator to threaten a native bird)”, firmado por Santiago Ortega, Cristina Rodríguez, Hugh Drummond y Brian Mendoza-Hernández, del Instituto de Ecología de la Universidad Nacional Autónoma de México, y que fue publicado en abril del año 2021 en la revista conservacionista “Biological Invasions”, se llevó a cabo durante un periodo de 31 años en una superficie de la isla que comprendía 82 hectáreas, y se centró en dos animales endémicos: un ave, el piquero o bobo de Patas Azules y un reptil, la culebra anteriormente mencionada.

El piquero o bobo de Patas Azules es un ave marina nativa, monógama, de larga vida, que pone nidadas de 1 a 3 huevos en pozos poco profundos sin revestimiento, que eclosionan a intervalos de 4 días, después de un periodo de incubación de 40 días por huevo. Los padres cuidan conjuntamente tanto de la nidada como de las crías y rara vez los dejan solos, pero los fallos en la eclosión y el siblicidio (eliminación de un infante por sus familiares cercanos) son frecuentes. Los ejemplares adultos de esta ave están libres de depredación, probablemente por sus enormes picos en forma de daga, pero sus huevos, a veces, son picoteados por gaviotas y sus pollitos recién nacidos son ingeridos por serpientes dentro o al lado del nido. Parece ser que los padres no siempre reconocen a las serpientes como depredadores.

La culebra, “Atlantic Central American Milksnake”, es una especie terrestre de movimiento lento nativa de la isla Isabel que se alimenta al atardecer o durante la noche.

La eliminación de los gatos se produjo en el año 1996 y en los tres años posteriores, y tuvo éxito, porque desde entonces no se han vuelto a ver felinos en la isla. En el año 2009, se acabó con las ratas negras.

La eliminación de los gatos, aparentemente, redujo la población de serpientes, pero posteriormente aumentó hasta 11 veces, después de eliminar, adicionalmente, la población de ratas negras de la isla.

Por lo tanto, hablamos de una red trófica que incluye tres enlaces: la eliminación de los gatos produjo un aumento de ratas que compitieron con las serpientes en la depredación del piquero de Patas Azules. Una vez eliminadas las ratas y anteriormente los gatos, el número de serpientes aumentó (200 serpientes / año / hectárea). La conclusión del estudio es que la eliminación de mamíferos invasores puede poner en peligro a las especies presas nativas y en concreto la del ave mencionada, el piquero de Patas Azules.

El planteamiento de los investigadores, para nosotros erróneo y demasiado generalizado entre los biólogos y conservacionistas, es que los depredadores invasores han contribuido a la extinción de 142 especies de aves, mamíferos y reptiles y han puesto en peligro cerca de 600 especies. Un mantra que repiten una y otra vez, curiosamente citando siempre al mismo autor, Félix Manuel Medina, biólogo de la Consejería de Medio Ambiente del Cabildo Insular de La Palma. Los firmantes del estudio apuntan que las ratas y los gatos agotaron o extinguieron numerosas poblaciones de otros animales en todo el planeta. En consecuencia, dicen, se deben de eliminar estos mamíferos invasores si se quiere priorizar la conservación.

Sin embargo, añaden, debido a la complejidad de la red trófica, la eliminación de mamíferos invasores puede tener consecuencias inesperadas e incluso contraproducentes. Por ejemplo, la eliminación de gatos de las islas puede ir seguido de la recuperación de poblaciones de ratas que se alimentarán, cada vez con más frecuencia, de especies nativas o incluso podrán hacerlas desaparecer.

En la isla Isabel, la eliminación de dos depredadores no nativos, los gatos y las ratas negras, provocó una mayor depredación por parte de una especie autóctona, la culebra, sobre la población de piqueros o bobos de Patas Azules, especialmente sobre los huevos y polluelos de estas aves, que condujo a un fracaso en su reproducción.

Aun así, los biólogos de la Universidad Nacional Autónoma de México confiaron en que la eliminación de estos depredadores pondría fin a la matanza, que así la denominan, y beneficiaría a las colonias de estas aves marinas. Inicialmente, una vez eliminados los gatos, bajó el nivel de depredación por parte de las serpientes sobre los pollos recién nacidos, y esta tendencia se mantuvo durante 14 años. Después, cuando se eliminaron las ratas, la depredación de las serpientes sobre las aves, aumentó a unos niveles sin precedentes. La razón estaba clara: la eliminación de los gatos hizo que aumentara la población de ratas, que aumentaron su depredación sobre las serpientes, y la eliminación posterior de las ratas liberó a un gran número de reptiles, que aumentaron su depredación sobre las aves, especialmente sobre los polluelos recién nacidos. Un análisis sobre su alimentación, que duró 16 semanas, evidenció que el 70% de las serpientes habían comido lagartijas adultas, un 24% pichones de aves, y un 5% huevos de lagartijas e iguanas. La vigilancia nocturna reveló que las serpientes se acercan a los nidos depredando los polluelos. 

¿Matanza? Como verás más adelante, los biólogos, autores del estudio, reconocen que nunca analizaron de qué se alimentaban los gatos y las ratas. A esto lo podemos llamar «método científico».

El estudio ha comparado la depredación por parte de las serpientes en base a un exhaustivo análisis de la reproducción del piquero o bobo de Patas Azules. Se compararon los periodos en que había presencia de gatos (1989-1995), en que había solo ratas (1996-2009) y en el que no había ningún mamífero (2010-2019). Gráfico:

Durante un periodo de 31 años, 26.688 pollitos de 16.062 nidos eclosionaron en el área de estudio de esta ave, el bobo de Patas Azules. Durante esos años, un 16% de los pollitos fueron depredados por serpientes durante sus primeros días de vida. Cuando había gatos y ratas la probabilidad de que una de estas crías fuera depredada era del 5%. Cuando solo había ratas, la probabilidad pareció caer en más o menos la mitad, un 2%, y cuando no hubo mamíferos, ascendió al 22%. En resumen, la probabilidad de que las crías de estas aves fueran depredadas por las serpientes era cuatro veces mayor en ausencia de gatos y ratas, que cuando estaban presentes estos mamíferos (22% Vs 5%). Cuando gatos y ratas estaban presentes la depredación aumentó 7 años, disminuyó en los 14 años posteriores a la eliminación de los gatos y aumentó en los 10 años posteriores a la eliminación de las ratas. Situaciones como ésta ya se han observado en otros ecosistemas insulares.

Como se puede ver en el gráfico que compartimos del estudio hay algo que no sabemos si los firmantes del trabajo han tenido en cuenta y es la gran diferencia en el número de años en que basaron su estudio comparativo (seis, catorce y nueve). Quizás habría sido más científico establecer el mismo número de años para cada circunstancia, es decir, para la cohabitación de gatos, ratas y serpientes, de ratas y de serpientes y de serpientes solo. Lo apuntamos por las importantes diferencias que hay en los porcentajes de depredación entre año y año en las mismas condiciones de presencia de cada una de las especies.  

Los gatos de las islas del Pacífico se alimentan principalmente de mamíferos. Una revisión de 72 estudios de 40 islas en todo el mundo encontró que, aunque los gatos en las islas depredan una gran variedad de vertebrados e invertebrados, consumen principalmente ratas. Las ratas negras comen principalmente frutos y semillas junto a diversos vertebrados e invertebrados, pero pueden llevar a poblaciones de reptiles al borde de la extinción. En la isla de San Pedro Mártir, una población supuestamente extinta de serpientes reapareció dos años después, una vez eliminadas las ratas. En la isla Isabel, los gatos podrían haber acabado con las ratas negras, aprovechándose de ellas o compitiendo por las presas, y las ratas podrían haber acabado con las serpientes depredando sus huevos o a las mismas serpientes o compitiendo con ellas por los huevos o crías de otras aves y reptiles de la isla. Es poco probable que la eliminación de los gatos provocara, de forma directa, el aumento de las serpientes, porque éstas tardaron 10 años en aumentar su depredación sobre las aves mencionadas y porque, además, los gatos de las islas raramente se alimentan de serpientes. Tampoco sabemos qué habría pasado si en vez de priorizar en primer lugar la eliminación de los gatos, las elegidas hubiesen sido las ratas.

El estudio hace especial mención sobre las condiciones ambientales, que tienen mucho que ver con la cantidad y frecuencia de animales depredados, en especial la presencia de huracanes en esa zona.  

Curiosamente, este estudio reconoce que no se hizo un estudio previo sobre la alimentación de los gatos y de las ratas antes de eliminarlos y para las serpientes solo se tiene información dietética de un periodo de 4 meses de un año antes de la eliminación de los dos mamíferos depredadores. También se reconoce en el estudio que no tienen información del número de estos animales, gatos y ratas, que había en la isla en esos años. También apuntan que el aumento de los niveles de depredación por parte de las serpientes pudiera deberse a que pudo haberse producido una disminución del número de ejemplares de las otras especies que les sirven de alimento. Los investigadores reconocen que su trabajo habría sido más riguroso si hubiesen estudiado la nutrición de todos los animales implicados y del número de ellos que habitaban la isla. A nosotros, estas dos puntualizaciones nos parecen esenciales cuando se pretende hacer estudios rigurosos, porque si no se cae en especulaciones o en trasladar, por necesidad, conclusiones de otros análisis realizados en otras islas.

La traducción de este estudio de carácter científico nos parece de especial interés cuando sabemos que, en nuestras islas, tanto Baleares como Canarias, existen evidencias de que determinadas serpientes provocan un importante daño en determinadas especies nativas, especialmente en lagartos y lagartijas, del que se culpa a los gatos. Se trata de la culebra de herradura en las Islas Baleares y de la culebra de California en las Islas Canarias. No somos partidarios de trasladar hipótesis de un sitio a otro en determinado tipo de estudios, como suelen hacer biólogos y conservacionistas, pero en esta ocasión vamos a hacerlo:

Con la diferencia de que en isla Isabel las culebras son endémicas y en Canarias y Baleares son consideradas invasoras, podríamos hacernos una idea de qué pasaría si en esos archipiélagos se eliminaran de manera definitiva los gatos y las ratas. Podemos especular como hacen ellos, los autodenominados defensores de la biodiversidad, que apuestan por eliminar gatos sin tener en cuenta que este tipo de poblaciones felinas, si están controladas por el método CER, las integrarían individuos con menores índices de depredación al no tener que alimentarse de presas para nutrirse. Además, el número de ejemplares se va reduciendo a lo largo de los años gracias a la castración y a la adopción de algunos individuos de estas colonias. El método CER no es, como apuntan algunos, para que no volvamos a ver gatos en libertad, sino para controlar sus poblaciones. Les guste o no, los gatos tienen una enorme utilidad en la red trófica, como se demuestra en el estudio que hemos analizado.

José Enrique Zaldívar Laguía

Octavio Pérez Luzardo

Veterinarios de AVATMA